¡Vamos al lio!
Bajo la sigla “R” se esconde un planteamiento con escasas concesiones al confort, pensando en aquellos que buscan un eficaz deportivo por encima de todo. Es un coche para personas con espíritu joven, que estén dispuestas a “castigar” su cuerpo en el uso cotidiano a cambio de excitantes momentos en conducción a fondo. El Golf R lleva una suspensión claramente dura, incluso en el reglaje “Confort” de la amortiguación variable (DCC) que llevaba nuestra unidad de pruebas y que se ofrece en opción. Mediante un botón situado en la consola central seleccionamos los tres ajustes disponibles (Confort, Normal y Sport), siendo el primero el más adecuado para el uso cotidiano y para rodar sobre carreteras bacheadas, al filtrar en mayor medida las irregularidades del terreno. El ajuste intermedio parece recomendable para disfrutar de ciertas alegrías en conducción de estilo deportivo, mientras que el reglaje “Sport” es tan duro que sólo parece apropiado para realizar una conducción a fondo sobre carreteras viradas con muy buen asfalto. En cualquiera de ellos, los movimientos de la carrocería están bien contenidos y la sensación que percibimos al volante es de elevada estabilidad y seguridad.
Tan solo llevado hasta sus límites es donde podemos apreciar una leve tendencia subviradora a la entrada a las curvas, que nos lleva a arrastrar un poco las ruedas delanteras si no lo frenamos bien antes de inscribir la trayectoria. Jugando adecuadamente con la transferencia de pesos podemos provocar también un leve deslizamiento del eje trasero que nos permite colocar un poco mejor el coche en la salida de las curvas, aunque es un movimiento algo forzado que nos obliga a trabajar con precisión sobre el volante. En cualquier caso, todas las reacciones son rápidas pero progresivas y el control de estabilidad se encarga de salir eficazmente en nuestra ayuda si cometemos un error de bulto. Dicho control de estabilidad no es desconectable, aunque a cambio lleva el denominado “ESP deportivo”, que podemos activar pulsando el botón situado en la consola central (ESP Off). Lo que hace dicho programa es desactivar el control de tracción (ASR) y ampliar el umbral de deslizamiento permitido antes de que el ESP entre en acción. En la práctica, su funcionamiento es adecuado y nos permite llegar a jugar con el deslizamiento de las ruedas sin tener la sensación de que nos frena antes de lo necesario.
Una vez que alineamos bien el coche a la salida de las curvas, su tracción total «4Motion» nos permite aprovechar a fondo toda la potencia del motor. Su excelente capacidad de tracción aguanta a la perfección la «patada turbo» y su elevada potencia se transmite al asfalto con la máxima eficacia. El reparto variable de par entre ambos ejes nos ayuda a disfrutar de una conducción todavía más precisa. Lo apreciamos especialmente sobre superficies deslizantes, en donde la gestión electrónica se encarga de modificar dicho reparto de tracción de manera satisfactoria para que el coche se inscriba con mayor facilidad hacia donde marcamos con el volante. En condiciones de baja adherencia podemos llegar, incluso, a salir de las curvas con un leve sobreviraje que hace aún más excitante la conducción.
La sensibilidad de su dirección con asistencia eléctrica también varía con los distintos programas seleccionados en el “DCC” y, en todo momento, el tacto que percibimos es excelente, resultando además rápida y precisa.