1937. Las bestias sagradas de la competición
La temporada de 1937 quedará como una de las más apasionantes de la historia de los Grand Prix de la década. Tras el fallecimiento de Hans Nibel (al sufrir un infarto en noviembre de 1934) y bajo la dirección del ingeniero Max Wagner, la marca Mercedes-Benz acomete la realización de uno de los coches de competición más extraordinarios de todos los tiempos.
Evolucionando al máximo la base existente, los pilotos de la marca van a contar con el nuevo Mercedes W125, un bólido para cuyo desarrollo se ha utilizado un moderno túnel de viento, introduce innovadoras soluciones en el diseño de las suspensiones traseras (con un puente DeDion) y tiene un motor de ocho cilindros en línea con 5.663 centímetros cúbicos que ronda los 600 CV de potencia gracias a la sobrealimentación mediante un compresor volumétrico Roots.
Con semejantes mejoras, los nuevos Mercedes W125 alejan a distancias siderales cualquier intento de mejora de los bólidos italianos (Alfa Romeo 12C/36 y Maserati V8 RI) y superan también lo alcanzado por los Auto-Union Tipo C, con motor sobrealimentado (compresor Roots) de 16 cilindros en V a 45º, 6 litros de cilindrada y 520 CV de potencia a 5.000 rpm.
La denominada Fórmula 750 alcanza la máxima expresión en su desarrollo y la temporada se presenta como un recital donde Mercedes-Benz y Auto-Union se disputarán a dúo la supremacía, resultando todos los demás víctimas y comparsas de la superioridad germana.