1939. Los Grand Prix previos al desastre de la guerra
En el año 1939, el mundo político se encontraba revuelto, aspecto que afecto también al mundo deportivo. Una de las primeras consecuencias es que Mussolini había prohibido a los equipos y pilotos italianos participar en las carreras que se disputaran en territorio francés, dadas las tensas relaciones diplomáticas existentes entre ambas naciones.
De nuevo, al volante de un Mercedes W154 3.0 V12 (que había sido modificado, aligerado y recibía una evolución más potente del motor), Rudolf Caracciola comenzó la temporada 1939, dispuntando sin éxito el Grand Prix de Pau (abandonó por avería mecánica).
La siguiente prueba era el entonces prestigioso Grand Prix de Trípoli y las autoridades italianas habían decidido limitar la participación exclusivamente a los denominados “Fórmula Voiturette” con motor de 1,5 litros de cilindrada, para asegurarse así la victoria de un coche italiano que no se producía desde el año 1934 (año a partir del cual comenzó la supremacía de las dos marcas alemanas, Mercedes y Auto-Union).
Sin embargo, Mercedes no quiso renunciar a participar en la carrera africana y fabricó en un tiempo récord de ocho meses un nuevo monoplaza ajustado a dicho reglamento. El ingeniero Max Wagner fue el encargado del desarrollo del chasis y Albert Heess fabrico el nuevo propulsor 1.5 V8 con 32 válvulas y doble compresor Roots que desarrollaba 254 CV a 8.000 rpm.
En manos de Hermann Lang y Rudolf Caracciola, el Mercedes W165 1.5 V8 volvió a resultar intratable para el resto de los monoplazas italianos (Alfa Romeo 158 1.5 S-8, Maserati 4CL 1.5 S-4 y Maserati 6CM 1.5 S-8) y obtuvo un doblete incontestable sobre el rapidísimo trazado libio.
Ya de vuelta a los Grand Prix con los Mercedes W154 más potentes, Caracciola obtuvo la tercera posición en el GP de Eifel, abandonaba en el GP de Bélgica (donde fallecía el piloto de Mercedes, Richard Seaman) y sufría un accidente en el GP de Francia.
La primera y única victoria de la temporada llegaba en el Gran Prix de Alemania, en donde Caracciola ganaba por sexta vez en el circuito de Nürburgring, mientras que, en Agosto, se subía al segundo escalón del podio en el Grand Prix de Suiza.
Pero su actividad y la de todos los participantes de aquellos apasionantes Grandes Premios de la época se vio interrumpida tras la disputa del Grand Prix de Belgrado, el 3 de Septiembre de 1939, cuando ya había dado comienzo la Segunda Guerra Mundial, el 1º de Septiembre de aquel año.
Después del conflicto bélico, en 1946, Rudolf Caracciola fue invitado a participar en las 500 Millas de Indianápolis, donde sufrió un accidente en las tandas de clasificación que le mantuvo diez días en coma.
Se especuló mucho sobre las causas del mismo, que unos achacaron al choque de un ave contra su rostro y otros a un posible disparo de un francotirador como consecuencia de su nacionalidad alemana y la cercanía en el tiempo de los desmanes cometidos por los nazis.
Sea cual fuere la causa de su traumática experiencia lo cierto es que Caracciola no se dio por vencido y todavía participó, meses después, en el Rallye de Montecarlo y en las “Mille Miglia” en Italia.
La que habría de ser su última carrera la disputó en Berna, en el curso de una prueba de coches Sport. Al frenar a la entrada de una curva, se bloquearon los frenos y se estrelló contra un árbol. Esta vez la carrera de Rudolf Caracciola había terminado, su organismo maltrecho con sus dos piernas inutilizadas ya no responde y el mito capaz de superar las mayores adversidades debía aceptar que el tiempo de los Grandes Premios, de las multitudes enloquecidas y de las coronas de laurel son ya, para él, un pasado demasiado lejano.
Dedicado los últimos años de su vida a realizar demostraciones de los modelos Mercedes para las fuerzas de ocupación americanas, Caracciola falleció en 1959, pasando a la historia como uno de los mejores pilotos de todos los tiempos.