Adiós Ayrton
“Adiós Ayrton” es el título del primer capítulo de esta semblanza, que el Abuelete del M3 publicó en homenaje a Senna, hasta hoy, el mejor piloto brasileño de la historia de la Fórmula 1. En él su autor intenta recoger lo que para él mismo, como para millones de aficionados a este deporte, significó la trágica desaparición de “Magic” Senna.
Un astro del firmamento de la Fórmula 1 que, durante esa “Década Mágica”, asombró con su audacia y su estilo de conducción irrepetible, llenando las gradas de todos los circuitos, cuyo trazado iluminó con su deslumbrante fulgor. Ayrton Senna vivió siempre al límite, siempre a fondo en cada “pole” y en cada victoria.
Después de la tragedia de aquel día 1 de mayo de 1994 se han escrito millones de palabras intentando describir lo que allí ocurrió y sus causas. Para el autor de estas líneas, aún hoy, quedan imágenes y sentimientos que le emocionan, intentando encontrar la foto que mejor simbolice el recuerdo de su presencia.
Y repartidos a lo largo de todo el planeta quedan numerosas estatuas y monumentos de Ayrton Senna, en reconocimiento a la memoria de uno de los mejores pilotos de la Historia, para algunos el más grande e indiscutible.
Uno de esos monumentos se encuentra en el propio circuito de Imola, en el lugar exacto donde se produjo el brutal accidente del piloto brasileño, fuera de la trazada modificada del “Tamburello” actual, en donde se instaló un bloque de bronce, sobre el que aparece sentado un Ayrton Senna fundido en ese mismo metal, que lo hace indestructible al paso de las estaciones y al olvido.
Podrá pasar el tiempo, pero nunca podremos olvidar aquel piloto “mágico” e irrepetible que nos hizo vibrar con adelantamientos imposibles mientras “hablaba” con Dios, señor de la lluvia y de la velocidad (65 “pole position”), con 80 podios en su palmarés, vencedor en 41 Grandes Premios y triple Campeón del Mundo de Fórmula 1.
Su nombre… Ayrton Senna Da Silva.