AVUS y el muro de la muerte
La remodelación en 1936 del circuito berlinés de Avus lo había convertido en un trazado vertiginoso en el que dos larguísimas rectas paralelas, próximas a los 9 km de longitud cada una, se convertían en sus extremos en auténticos “muros de la muerte”, con unas curvas peraltadas que llegaban a tener una inclinación de 43,6 grados (en la curva “Nordschleife”) y una longitud total de 19,286 km.
El regreso de la competición convirtió la cita del 30 de Mayo de 1937 en un suceso extraordinario, al que no faltaron las figuras más representativas del régimen nazi, con el Ministro Goebbels y señora presidiendo el espectáculo y el “Korpsführer” Hühnlein (Jefe del Cuerpo Motorizado Nacionalsocialista “NSKK”) de servicial y orgulloso maestro de ceremonias.
Excepto Hans Stuck, que se había desplazado al Grand Prix de Río de Janeiro para correr con su Auto Union, el resto de los pilotos alemanes estaban presentes, dispuestos a vencer aquel “muro de la muerte” que se anunciaba más veloz y peligroso que nunca.
Los Auto Union Type C 6.0 V16 de Bernd Rosemeyer y Luigi Fagioli habían sido carrozados como “streamliner” (carrocería más aerodinámica), mientras que los coches pilotados por Ernst von Delius y Rudolf Hasse contaban con la carrocería de GP habitual.
Enfrente, los Mercedes-Benz de Rudolf Caracciola (W125 5.6 S-8), Manfred von Brauchitsch (W25 K-DAB 5.6 V12) y Hermann Lang (W25 K 5.6 S-8) también disponían de carrocería “streamliner”, aunque con distintas especificaciones, quedando Dick Seaman a los mandos del único Mercedes W125 5.6 S-8 con carrocería abierta (que en las rectas era en torno a 25 km/h más lento que las versiones “streamliner”).
Tazio Nuvolari, Antonio Brivio y Giuseppe Farina acuden con los Alfa Romeo Tipo 12C-36 4.1 V12, pero acaban optando por la retirada ante la aplastante superioridad de las máquinas alemanas, sin tomar parte en las tandas iniciales. Así pues, con la excepción de los equipos privados de Renato Balestrero (Alfa Romeo Tipo B), Laszlo Hartmann (Maserati 8CM 3.0) y Luigi Soffietti (Maserati 8CM 3.0), la calificación queda reservada a las dos marcas alemanas rivales, dispuestas a dejar escrita la marca de la supremacía sobre el pavés berlinés.
Durante la primera práctica, Bernd Rosemeyer marca con su Auto Union una vuelta rápida en 4m 04,2 s lo que suponía una velocidad media de 284,3 km/h.
En la segunda tanda, el Mercedes W25 K 5.6 “steamliner” de Hermann Lang (que tenía alargada la distancia entre ejes y las ruedas carenadas con aletas) levanta el tren delantero cuando va lanzado a 390 km/h en la recta. Rozando la tragedia, el piloto consigue dominarlo, pero al entrar en boxes exige volver a la configuración habitual para disputar la carrera (sin carenado en las ruedas).