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A Montecarlo con Seis Peniques y los «Taxis». Parte 1

Un relato de El Abuelete del M3 - 16 enero 2013

Buscando el rally perdido desesperadamente

A deshoras, sin referencias y sin un rutómetro, a la mañana siguiente, cuando hacía más de tres horas que había comenzado el “Recorrido común”, que llegaba hasta Grenoble, comenzamos una persecución del Rallye a través de sombrías carreteras del Vallée du Var, con permanentes señales de peligro de hielo (“risque de verglas”) que no olvidaré jamás, porque me sirvieron para “hacer manos” y menos mal que no hice “chapa”.

Misión imposible, llegamos a Digne, en el interior de los Alpes marítimos, nos cruzamos con la cola del rallye cuando ya solo pasaban los pequeños Autobianchi y volvimos grupas para llegar  muy de noche a Niza donde, en una oscura rotonda, unas “amables informadoras” nocturnas abrían sus abrigos de pieles, lo que nos hizo suponer la carestía de vida del lugar, pues iban calzadas solamente con botas y completamente desnudas.

Al final, encontramos un pequeño “hotel con encanto” y, a la mañana siguiente, la bruja que lo regentaba estaba empeñada en que abriéramos la maleta “en busca de la toalla perdida”. En nuestro mejor “francés” le explicamos a la “mademoiselle” que la “toallé” no estaba en la “maleté” y salimos disparados a un tramo, para encontrarnos, por fin, con el rallye, ya por la tarde, al regreso del “Recorrido común”.

Salvador Cañellas en el Rallye de Montecarlo de 1976.A partir de ahí, la última jornada, fue un carrusel de emociones: el paso nocturno por el mítico Col de Turini, las cruzadas espectaculares, los Opel Kadett apoyándose con la zaga en el muro de nieve para mejorar la trazada de las horquillas muy cerradas en las bajadas… y unos  españoles, Antonio Zanini y Salvador Cañellas, demostrando con sus SEAT 1.430 – 1.800 que eran rivales a tener en cuenta.

La victoria fue para Sandro Munari (Lancia Stratos), acompañado en el podio por otros dos Lancia Stratos de sus compañeros de marca, Waldegard y Darniche. Tras ellos, el resto de los franceses, frustrados, después del abandono de todos sus ALPINE A110 1800 y Zanini, en un estimable decimosegundo lugar que apuntaba posibilidades de futuro.

Tras lo visto, si algo me quedó claro es que, al Rallye de Montecarlo, tenía que volver. Pero eso, mejor lo cuento en la versión del año siguiente, 1977, que es la que me ha venido hoy a la memoria.

CONTINÚA EN LA 2ª PARTE