Cambio y frenos a la altura
Su excelente respuesta y ejemplar aprovechamiento mecánico se debe también en buena medida al acertado escalonamiento del cambio manual de seis marchas, que tiene unos desarrollos perfectamente adaptados a las características del motor. Además, su accionamiento es tan rápido como preciso. Si no fuera por todo lo que nos ralentiza pisar tan largo recorrido del pedal de embrague, podríamos incluso subir todas las marchas mientras aceleramos a fondo, sin levantar el pie del acelerador. En opción se ofrece la caja DSG de doble embrague, elemento automatizado que me parece del todo recomendable en este coche, porque ofrece todo lo bueno de un cambio manual y todo lo bueno de un cambio automático, sin sus inconvenientes.
El equipo de frenos también ha sido convenientemente dimensionado para ofrecer la máxima eficacia en este coche tan deportivo. La letra “R” pintada sobre sus enormes pinzas de freno delanteras personalizan un conjunto que lleva cuatro imponentes discos ventilados de 345 mm de diámetro delante y 310 mm detrás. El único “pero” podría ser que las pinzas delanteras son flotantes en lugar de monobloque aunque, en la práctica, el tacto y potencia de frenada es excelente en todo momento. Además, el Golf R permite disfrutar de una conducción a fondo sobre carreteras de montaña sin apreciar el menor síntoma de fatiga o sobrecalentamiento en ningún momento. Únicamente me ha parecido mejorable que el ABS resulta levemente entrometido en carreteras bacheadas a causa del rebote de las suspensiones.