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Leyendas del pasado IV: Bernd Rosemeyer II

Un relato de El Abuelete del M3 - 6 septiembre 2013

Carreras en el oasis de Trípoli

Cuando el 9 de Mayo de 1937 llega el Gran Premio de Trípoli, las escuadras alemanas se presentan con todo su potencial, dispuestas a disputar la supremacía de hombres y máquinas.

Incluida la prueba dentro de la clase “GP Fórmula 750 Kg”, Auto Union alineaba cinco Type C 6.0 V16 comandados por el flamante nuevo campeón europeo, Bernd Rosemeyer, al que secundan Hans Stuck, Rudolf Hasse, Luigi Fagioli y Ernst von Delius, mientras que los Mercedes W125 5.6 S-8 se confían a Rudolf Caracciola, Hermann Lang, Richard Seaman y Manfred von Brauchitsch.

Las fuerzas italianas están presentes con la Scuderia Ferrari, que alineaba sus Alfa Romeo 12C-36 4.1 V12 en manos de Tazio Nuvolari, Giuseppe Farina, Antonio Brivio, Mario Tadini y Carlo Felice Trossi. También con Alfa Romeo se presentan Raymond Sommer y Constantino Magistri como privados y la marca Maserati lo hará con Laszlo Hartmann, Luigi Soffietti y Ettore Bianco.

Desde la irrupción de las “Flechas de plata” (Mercedes) y los “Peces de plata” (Auto Union), las marcas italianas habían preferido concentrar su participación en la multitud de Grand Prix que aún se disputaban sin la asistencia de los dos “colosos alemanes”.

Pero el de Trípoli era un GP “italiano” y, aunque los transalpinos eran conscientes de su papel de comparsas, incapaces de igualar el potencial germano, sus mejores pilotos no renunciaban a presentar batalla, por muy desigual que pareciera sobre el tablero.

Para completar el número de 30 participantes que imponía la prueba, a los 19 vehículos inscritos de la máxima categoría (Fórmula 750 kg) se unieron 11 “Voiturettes” con motores de 1,5 litros de cilindrada (casi todos Maserati). El GP de Trípoli era conocido popularmente como “La carrera de los millones” porque, su resultado final, determinaba la combinación ganadora de un sorteo de lotería asociado con la prueba.

Además, su situación geográfica en la costa norteafricana exigía un despliegue logístico inusual, en el que pilotos, máquinas y espectadores habían de embarcarse para arribar a Trípoli.

Elly y Bernd Rosemeyer volaron desde Roma en su Messerchsmitt Bf 108 Taifun y, el mal tiempo reinante sobre el Mediterráneo, hizo pensar “al menos diez veces” (escribió en sus memorias Elly Beinhorn) en la necesidad de efectuar un aterrizaje de emergencia. Siguiendo la ruta Catania-Túnez aterrizaron en Trípoli sin consecuencias, varios días antes del comienzo de las prácticas en el circuito.

Alojados todos los pilotos e invitados importantes en el lujoso “Hotel Uaddan”, dispusieron de unos días de relax en los que algunos realizaron “atrevidas” excursiones por el desierto próximo (perfectamente organizadas) y otros disfrutaron del “dolce far niente” en la piscina del hotel, entre ellos el matrimonio Rosemeyer.