Cómo era el Circuito de la Ciudad Universitaria
El circuito se había improvisado instalando varias tribunas en la zona próxima a donde hoy esta el edificio del Ejército del Aire y aún no había desaparecido la fábrica y alta chimenea de ladrillo de la “Perfumería Gal”. Se disputaba en sentido inverso a las agujas del reloj, desde la parte final de la Calle de la Princesa, bajaba por la actual Avenida del Arco de la Victoria (por supuesto no existían el carril bus ni los túneles actuales) hasta la antigua Glorieta del Paraninfo (actual Plaza del Cardenal Cisneros), donde hacía un ángulo de izquierdas hacia los campos de deportes de la Ciudad Universitaria, tomando la actual Avenida Juan de Herrera, por unas calles demasiado estrechas para correr a 200 km/h y cuajadas de árboles sin ninguna protección.
En esas condiciones se llegaba en bajada a la zona donde hoy está el INEF (Calle de Martín Fierro en la actualidad) y con otro giro a izquierdas se llegaba al antiguo Paseo de Camoens (hoy Avenida de Séneca). Curva de 90º a la derecha y enfilaban una bajada muy pronunciada que llegaba hasta la antigua Carretera del Pardo (hoy Avenida de Valladolid), justo al lado del Puente de los Franceses. Y allí tenían que hacer en el mismo vértice un giro a izquierdas de 45º, en el que resultaba casi inevitable hacer unos “trompos” maravillosos, para delicia de los que, como yo, estábamos situados en aquella zona después de «adquirir» la entrada saltando por encima de la vía del tren (sin que nos vieran los «carabineros», que eran unos guardias armados con rifles Winchester 73, uniforme marrón oscuro y muy malas pulgas).
Una vez que varios de los participantes habían hecho su «trompito», entre los aplausos del respetable, apuntaban hacia arriba por el Parque del Oeste (hoy conocido como Paseo de Ruperto Chapí), una zona de curvas enlazadas y árboles asesinos a 30 centímetros del bordillo que les situaba a la altura del Paseo de Rosales y Paseo de Moret, para salir de nuevo con una curva a izquierdas a la zona de La Moncloa donde estaban las tribunas con todas las personalidades y fuerzas «vivas» del régimen, presididas por el General Moscardó, delegado nacional de deportes en aquella época. Y allí, nuevo paso por recta y volver a empezar para completar los 3.350 m que tenía de recorrido cada vuelta.