Depurando la difícil técnica en el trazado oval
Las buenas sensaciones que transmite el coche y la experiencia que voy adquiriendo a lo largo de las vueltas (cerca de 50 vueltas en cada tanda) me lleva ya a empezar a trabajar en buscar la línea perfecta, la trazada que de verdad te lleva a marcar una velocidad récord. Es muy importante buscar la línea más rápida, pero todavía más importante es evitar ese muro contra el que se empeña empujarte la fuerza centrífuga en cada curva.
Ir por el carril superior hace más fácil la conducción, pero se recorren muchísimos metros más. Sin embargo, al entrar en la curva por el carril inferior (más corto y cerrado) aprecio claramente cómo el coche pierde mucha velocidad al tener que girar más el volante. Así que empiezo a probar cuál es el punto en cual el coche entra en la curva con la máxima velocidad al mismo tiempo que recorre los menos metros posibles. El asunto se complica aún más cuando somos conscientes de que cada una de las curvas peraltadas es de radio diferente y tiene su propia trazada idónea.
Al final, en las dos curvas más largas y peraltadas llego a la conclusión de que es mejor hacerlo fácil y abordar el viraje por la parte superior (al ser el punto que llegamos más rápido tras recorrer la recta que las precede), aunque tampoco arriba del todo. Dejando un carril entre medias del coche y el muro recorremos menos metros y no perdemos mucha más velocidad, así que mantenemos dicha línea durante un buen rato.
Visualmente percibimos una sensación curiosa. Parece que vamos dentro de un “tobogán” inclinado en el cual tenemos la impresión de tener que mirar hacia arriba, mientras el coche va perdiendo velocidad de forma progresiva (a pesar de llevar el acelerador a fondo en todo momento). Y, por ahí, nos mantenemos hasta que vemos clara la salida de la curva (el punto donde comienza la recta). Ese es el momento en el que comenzamos a apuntar el coche “peralte abajo”, hasta tocar el vértice interior (que en las curvas peraltadas está en la parte inferior), para darle a continuación salida hacia el exterior y enfilar la recta a la máxima velocidad posible. Es como si estuviéramos a bordo de un avión acrobático y realizáramos una caída de ala hacia el lado izquierdo. Nos tiramos literalmente por el “tobogán” hacia abajo y apreciamos cómo en la caída a lo largo del peralte el efecto de la gravedad le ayuda al coche a ganar mucha velocidad en pocos metros, volviendo a recuperar los 30 km/h que habíamos ido perdiendo a lo largo de la curva.