Diseño y mecánica
Sobre el diseño y sobre el color “rojo cromado” de la carrocería habrá que decir lo justo. El Centro Stile Lamborghini insiste en que la forma sigue a la función. Aquí la “función” es tan escurridiza como el disfrute de la conducción sin barreras, y eso necesitaba formas contundentes. La tradicional y equilibrada ensalada de aristas se vuelve aún más radical, al tener que prescindir de techo o cualquier cosa que se le parezca. Mide 4.890 mm de largo, con una anchura (sin retrovisores) de 2.030 mm. El punto más alto del coche (1.110 mm) es el retrovisor central, que en realidad es un periscopio.
Las enormes llantas de aluminio forjado (20 y 21 pulgadas delante y detrás) llevan anclaje por tuerca central. Detrás de los cinco radios metálicos se instalan unos ventiladores de fibra de carbono, cuyas palas tienen la incidencia justa para refrigerar los frenos sin estropear la aerodinámica. Todos los detalles de la carrocería están estudiados para dejar que el aire entre, refrigere y salga sin causar perturbaciones. Los pequeños deflectores del morro suavizan la incidencia del paragolpes. En la parte trasera, una rejilla superior disipa el calor. Por encima de ella encontramos un ala de generosas dimensiones, y por debajo hay un difusor presumiblemente calculado para funcionar a alta velocidad.
El motor va cubierto con un capó diminuto, que en realidad es una ventana por la que el mundo puede ver el enorme V12 de 6,5 litros y 700 CV. En el centro de esa ventana, una enorme “X” de fibra de carbono, que entre otras cosas sirve para cerrar la conexión superior entre el motor-transmisión y el monocasco y sustentar los componentes de la suspensión trasera.