El Bugatti Chiron Super Sport 300+ bate un récord a 490 km/h
Cuando el 18 de diciembre de 1898, Gaston de Chasseloup-Laubat alcanzó los 63,1 km/h al volante de su Jeantaud Luc de propulsión eléctrica, el intrépido conductor francés establecía el primer récord de velocidad registrado en la historia del automóvil.
Tan solo unos meses después (29 de abril de 1899) se conseguía superar la vertiginosa barrera de los 100 km/h, siendo Camille Jenatzy quien establecía un nuevo récord de velocidad al volante de un prototipo eléctrico (bautizado como “La Jamais Contente”) con el que alcanzaba 105,9 km/h.
Ninguno se hubiera podido imaginar entonces que, más de un siglo después, muchos de los automóviles deportivos comercializados al público podrían alcanzar velocidades superiores a 300 km/h.
El salto a otra dimensión lo marcó Bugatti en 2005, con la llegada de su Veyron 16.4, el primer vehículo de calle capaz de superar los 400 km/h de velocidad máxima (concretamente 408 km/h), gracias a su motor W16 8.0 turbo con 1001 CV de potencia.
Una vuelta más de rosca llegaría en 2010 con la aparición del evolucionado Bugatti Veyron 16.4 Super Sport, que veía incrementada la potencia de su propulsor W16 cuadriturbo a 1.200 CV y marcó un Récord Guinnes de velocidad punta de 431,072 km/h (aunque la tenía de serie limitada a 415 km/h para no destruir los neumáticos).
Desde entonces ha sido la marca de referencia, aunque otros superdeportivos producidos en edición limitada hayan conseguido destronar a la marca francesa durante algún pequeño margen de tiempo.
Ahora, Bugatti ha vuelto a establecer un nuevo récord de velocidad que será difícil de mejorar (aunque seguro que ya estará alguno de sus rivales trabajando en ello), superando por primera vez el registro de las 300 millas por hora (483 km/h) en un vehículo de producción en serie, de ahí el nombre de Bugatti Chiron Super Sport 300+.
La prueba se realizaba en el circuito de alta velocidad de Ehra-Lessien (2 de agosto de 2019), tan solo unos días antes de comunicar la producción de dicho modelo en edición limitada a 30 unidades, siendo el conocido piloto británico Andy Wallace (ganador de las 24 Horas de Le Mans 1988) el encargado llevar hasta los límites de la velocidad esta nueva versión Super Sport 300+.
Después de realizar varias vueltas de prueba para verificar el buen funcionamiento de todos los elementos mecánicos, Andy Wallace salía de la peraltada “curva Norte” a más de 200 km/h para alcanzar la máxima velocidad posible en la recta de 8,8 kilómetros del trazado alemán.
Con el pie a fondo durante más de 70 segundos, el Bugatti Chiron Super Sport 300+ incrementaba vertiginosamente la velocidad para superar la línea de las 300 millas por hora y alcanzar un velocidad máxima de 304,773 millas por hora (490,484 km/h), marcando así un impresionante récord de velocidad en un vehículo de producción para rodar por la calle (ver video del récord).
La unidad utilizada para alcanzar semejante récord de velocidad es idéntica a la que será entregada a los clientes, aunque se había colocado un arco de seguridad antivuelco, un asiento bacquet de competición y cinturones de seguridad de tipo arnés con seis puntos de anclaje, además de retirar el asiento del copiloto para poder colocar los diferentes elementos de medición durante la prueba.
El equipo Bugatti estuvo asistido por los especialistas de Dallara (chasis) y Michelin (neumáticos), para que todos los elementos mecánicos funcionaran a la perfección, algo indispensable para poder rodar con seguridad a 490 km/h (136 metros por segundo).
Con un desarrollo total de 21 kilómetros, la pista de pruebas de Ehra-Lessien se encuentra a 50 metros sobre el nivel del mar y fue elegida por Bugatti para alcanzar este récord por motivos principalmente de seguridad (perfecto asfaltado, anchura de la pista, limpieza del asfalto, servicios de intervención rápida en caso de accidente, etcétera).
Pero en la marca francesa aseguran que la velocidad alcanzada por el Bugatti Chiron Super Sport 300+ podría haber sido todavía 25 km/h superior (515 km/h) si hubieran realizado la prueba en el explanado desierto de Black Rock (Nevada – EEUU), situado a 1.191 m sobre el nivel del mar.
El desierto de Nevada no solo tiene una ligera caída favorable del 3 %, sino que, a mayor altura, la densidad del aire es menor y esto supone que la resistencia aerodinámica también se reduce en torno a un 12 %, factor determinante a la hora de luchar contra el freno natural que produce el aire según incrementamos la velocidad.