El último rugido del león Nuvolari
En 1946, Tazio Nuvolari tenía ya 54 años. Habían pasado los días en que sus “pullover” amarillos, con las iniciales “TN”, destacaban en la parrilla y, en pocos años, su mundo había cambiado de forma dramática. Al finalizar la Segunda Guerra Mundial, habían fallecido sus dos hijos y él mismo sufría graves problemas respiratorios, producidos por los gases de escape a lo largo de su dilatada carrera. Para no sucumbir al desastre vital, se aferró a la competición, buscando en la velocidad el consuelo y quizás el olvido.
Pero, los “viejos leones” no se rinden y, en 1947, participó una vez más en las “Mille Miglia”, que se disputaron bajo una fuerte lluvia. Nuvolari realizó otra de sus obras maestras, a pesar de que el esfuerzo exigía pilotos en su mejor forma física.
Esta vez, con un Cisitalia 202 S MM de 1.100 cm3, descubierto a petición del propio Nuvolari, que necesitaba poder respirar aire libre, mantuvo el tipo contra todo y contra todos, con rivales como Clemente Biondetti, Luigi Villoresi, Piero Taruffi y Franco Cortese, todos ellos más jóvenes que él.
Toda la prueba fue una demostración de arrojo y pericia a los mandos de un coche netamente inferior. Pero la astucia, el valor y la suerte, a pesar de varios tropiezos en el duro recorrido, llevaron a Nuvolari a situarse a la cabeza de forma increíble.
Solo cuando faltaban apenas 300 kilómetros para llegar a la meta, tuvo que rendirse con el coche deteriorado y ceder la victoria. No obstante, su Cisitalia 202 S MM Spider obtenía el triunfo en su clase y el 2º puesto absoluto en la carrera.
La figura empequeñecida de aquel gran piloto, empapado y muerto de frío, hizo que Clemente Biondetti, el ganador con un Alfa Romeo 8C, le llevase hasta el hotel mientras le cubría caballerosamente con una manta.
Tras finalizar la prueba, Biondetti dijo: ”Yo no gané, simplemente fui el primero. El verdadero vencedor es Nuvolari, el mejor corredor de todos los tiempos”.
En 1948 aparecía inscrito con un Ferrari 166 Spider en la clásica prueba que le convirtió en mito, pero una serie de anomalías en su funcionamiento le obligan a retirarse de aquella edición de la Mille Miglia cuando iba como líder y ya no volvió a participar en ninguna carrera de renombre.
El tiempo de Tazio Nuvolari había pasado y, el que había sido uno de los principales precursores del automovilismo de competición, no llegaría a disputar la primera carrera de la Fórmula 1 moderna, el Gran Premio de Inglaterra de 1950 en el circuito de Silverstone, falleciendo poco después (1953) a los 60 años de edad.