La emoción de lo prohibido
Coincidencia o premio a la tenacidad, la A4025 nos ofrece ocho kilómetros de emociones, curvas, barrancos y paisajes inenarrables. Con nosotros, todos los bichos imaginables, una cuarta parte de la flora que es posible avistar en España y raras especies que sólo pueden encontrarse aquí. En la silenciosa música ambiente, las palabras de García Lorca, con sus “Brisas, gnomos y vientos de ninguna parte”.
La buena señalización vertical y horizontal, la magnífica calidad del piso, la abundancia de amplios arcenes y zonas de descanso al borde del camino, no ayudan a percibir que se trate de una carretera impracticable o peligrosa. Sí de un itinerario provisionalmente prohibido, como una manzana a nuestro alcance. En total encontramos dos coches y tres ciclistas que bajan de Sierra Nevada, un grupo de rebecos que nos miran con desgana monte arriba, y varios vehículos en pruebas, de la célebre marca alemana antes citada.
Somos intrusos indeseables, sin duda. Esto es una carretera prohibida, no cabe objeción. Todos los presentes estamos a lo nuestro, y comprendemos enseguida que nuestros colegas alemanes son respetuosos con nuestro trabajo, y que estiman nuestro respeto hacia el suyo. Subimos y bajamos varias veces por estos ocho kilómetros de preciosa carretera de montaña, y lo hacemos a buen ritmo. No hay limitaciones específicas de velocidad. Apenas algunas recomendaciones, tan certeras y fiables como acostumbran a serlo estas señales de civilización y buen concierto.
Nuestros colegas alemanes detienen alguna vez sus derrapadas para facilitar el trabajo del gran Puyol. En cada cruce, un saludo cortés. Para habernos colado, no nos están tratando nada mal. Para ser un trabajo secreto, las precauciones de nuestros amigos son bien escasas.