Manos a la obra con el motor
El maltrecho motor del 190 SL no funcionaba en el momento de la compra, así que tocaba realizar un remozado integral. Tras ser desmontado por completo, se pudo comprobar el mal estado general (equipo motor, culata, distribución, carburación…). El paso de los años, los kilómetros, el desgaste, la mala combustión y el abandono padecido en la última etapa había dejado muchos restos de carbonilla en las piezas principales de la culata, los pistones y las cámaras de combustión. Además, se apreciaba claramente cómo las válvulas habían golpeado sobre la cabeza de los pistones y el agua refrigerante se había mezclado con el aceite lubricante en el interior del motor.
La reconstrucción comenzaba a partir del bloque, donde se rectificaban los cuatro cilindros y el cigüeñal, se ponía un renovado equipo motor (pistones, segmentos y bulones de pie de biela) y se montaban nuevos casquillos de biela y de bancada.
En la culata (llena de carbonilla), Pablo Muñoz procedía al saneamiento y limpieza de todos los elementos, se sustituían las válvulas (cuatro de admisión y cuatro de escape), los dobles muelles de las válvulas y las guías de válvulas con piezas originales de Mercedes-Benz, además de rectificar el árbol de balancines. El remate en la distribución se le daba cambiando los piñones, los patines de la cadena y la propia cadena.
Una vez que el motor había ya cambiado su imagen y movía con suavidad todos sus elementos internos, solo faltaba dejar en orden la carburación, en donde se reparan ejes y mariposas, se limpian todas las piezas y se sustituyen las juntas, agujas, flotador, chiclés y demás elementos que se encontraban en mal estado.
Después de acoplarlo todo convenientemente en el vano motor, colocar nuevos radiadores de agua y calefacción y rellenar los depósitos de lubricación y refrigeración, llegó el momento de ponerlo en marcha. Unos cuantos giros en la llave de arranque, unos cuantos acelerones para que llegara combustible a la carburación y… el Mercedes 190 SL volvió a ponerse en marcha, dispuesto a regalar tanta satisfacción como trabajo había costado recuperar su estado original.