Niki Lauda llega a Ferrari (1974)
El viejo Enzo Ferrari no se inmuta ante las críticas de la prensa, tomando la decisión de contratar a Niki Lauda para la temporada 1974, junto al experimentado Clay Regazzoni. A la vez, también ficha al ingeniero Mauro Forghieri y al joven Luca Cordero di Montezemolo, un cerebro enviado por Giovanni Agnelli (entonces Presidente de Fiat) para mejorar la organización interna de la escudería. Además, se establece una sólida alianza con la petrolera Agip y se jubilan viejos prototipos que nada aportaron.
Con ellos llega el modelo 312 B3/74, que en las pruebas realizadas antes del comienzo de la temporada no convence, pues adolece de excesivo sobreviraje y resulta delicado de llevar al límite.
Sin embargo, el «Commendatore» no admite réplicas y le ordena a Lauda que se ponga a trabajar y mejore los tiempos de vuelta en la pista de Fiorano. Niki toma nota y, en estrecho contacto con el ingeniero Forghieri, consigue parar el crono en 8 décimas de segundo menos.
Aunque pasan todo el invierno trabajando juntos en la puesta a punto del nuevo monoplaza, Lauda y Regazzoni son muy distintos y no muestran lazos de amistad.
Clay es el espíritu alegre, la pasión. Niki va a su aire y es parco en palabras. Ha sido el primero en utilizar el concepto de piloto profesional, razonando como un hombre de negocios que tiene claro su objetivo y hace todo lo necesario para ello, aunque signifique el sacrificio de renunciar al glamour de la profesión.
Cuando sus compañeros y rivales en la pista enlazaban días y noches en una fiesta interminable, él se dedicaba a correr a pie y a fortalecer su físico con largas y aburridas sesiones de gimnasia.
Procuraba viajar con antelación a los circuitos más lejanos, buscando una mejor aclimatación a los distintos husos horarios y perseguía alcanzar el máximo conocimiento del monoplaza y sus límites en las sesiones de entrenamiento.