Nuvolari vence al III Reich
Quizá, la mayor de las hazañas que protagonizó este “pequeño gran hombre” fue su victoria en el VIII Gran Premio de Alemania de 1935, disputado en el circuito de Nürburgring, batiendo a la todopoderosa “armada” de Hitler, compuesta por los invencibles Auto-Unión y Mercedes, conducidos por un plantel de los mejores pilotos germanos de la época: Bernd Rosemeyer, Hans Stuck, Manfred Von Brauchitsch y Rudolf Caracciola.
Nuvolari tomaba la salida con un Alfa Romeo Tipo B/P3 (3.167 cm3 compresor con 265 CV) que, aunque era un gran coche, resultaba técnicamente inferior a los modelos alemanes en aquel momento. Al final de la primera vuelta en el interminable “Infierno Verde” el italiano ya estaba segundo, detrás del ídolo local, Rudolf Caracciola, al volante de un Mercedes W125 (3.990 cm3 compresor con 375 CV). En la novena vuelta, los cambios de neumáticos le relegaron a la novena posición, detrás del Auto Unión Tipo B (4.950 cm3 compresor con 375HP) de Bernd Rosemeyer, y fue a partir de ese punto de la carrera cuando comenzó la exhibición del bravo piloto italiano.
La caza en pos de los potentísimos coches alemanes duró cuatro largas horas a un ritmo suicida y la tenacidad de Nuvolari le llevó a situarse en el segundo puesto, por detrás del Mercedes W125 de Manfred Von Brauchitsch.
Cuando faltaba poco para la meta, el coche del primero sufrió el reventón de un neumático y, Nuvolari, se proclamó vencedor de aquel Gran Premio de Alemania ante los 300.000 enmudecidos espectadores y el gobierno en pleno del Reich, que apenas podían dar crédito a lo que estaban viendo. David había vencido a Goliat, una situación que al año siguiente (1936) se repetiría en tres ocasiones.
En 1938, Tazio Nuvolari fue contratado para conducir uno de aquellos “monstruos sagrados” de la competición, el Auto Unión Tipo D. Hubo de transcurrir un tiempo hasta conseguir adaptarse a un tipo de conducción radicalmente opuesto al suyo, basado en la utilización de las marchas más largas del cambio y en una forma de encarar las curvas “apuntando” con el morro hacía el interior de la misma, deslizándose sin dejar de acelerar a tope hasta salir de ellas con el coche colocado en la dirección correcta.
Tras el aprendizaje, con su Auto Unión Tipo D (2.986 cm3 compresor con 485 CV), Nuvolari pudo plantear batalla a otro coche mítico de la época, el potente Mercedes W154 “Flecha de Plata” (2.962 cm3 compresor con 480 CV).
Aquellas carreras eran pruebas disputadas con la pasión que distinguía el carácter latino del fogoso Tazio, frente a la frialdad calculadora del también italiano Varzi, mezclándose en múltiples ocasiones con otras dos leyendas rivales de la época, Rudolf Caracciola y Bernd Rosemeyer.
Tazio Nuvolari supo llevar aquella máquina fabulosa a la victoria en el que fue el último Gran Premio de los años 30. Fue el de Yugoslavia, donde además marcó también la vuelta rápida al circuito de Belgrado, a una media de 134,9 kilómetros por hora.
Era el 3 de Septiembre de 1939. Dos días antes, las tropas alemanas habían invadido Polonia. Todas las actividades deportivas cesaron para dar paso a una guerra larga y cruel.
Cuando acabó el conflicto en 1945, las competiciones se reanudaron aprovechando en muchas ocasiones los mismos coches que habían sobrevivido a la contienda. No fue el caso de la poderosa armada alemana, cuyos bólidos fueron destruidos en los bombardeos o requisados por las fuerzas de ocupación.