Primeras impresiones al volante del Seat León SC 2.0 TDI 150 CV
La primera impresión que transmite el nuevo Seat León SC 2.0 TDI (tanto en acabado “Style” como en acabado “FR”) es de mayor agilidad respecto al anterior León II. Esos 100 kilogramos menos de lastre se notan y se agradecen, además de resultar algo más dinámico en su guiado gracias al optimizado reparto de pesos y reposicionado del motor (más retrasado respecto al eje delantero). El nuevo modelo ha ganado en eficacia en todos los aspectos.
No obstante, llevado hasta sus límites, sigue mostrando una leve tendencia subviradora, principalmente porque el eje trasero va quizá demasiado “agarrado” y apenas nos permite jugar con el deslizamiento de la zaga para colocar el morro con mayor facilidad.
Tampoco “ayudan” las ayudas electrónicas si queremos sacar el máximo partido a los límites del chasis, mostrando un control de estabilidad “ESC” algo más intrusivo de lo deseable en determinadas situaciones, aspecto que le resta un toque adicional de agilidad que merece el coche, especialmente en la versión “FR”. Además, en Seat han entendido conveniente que únicamente sea desconectable el control de tracción “ASR” (restricción discutible en los coches con filosofía deportiva).
Los cambios realizados en el calibrado de la suspensión de las versiones “FR” se aprecian con claridad y aportan una mayor sensación de aplomo en cualquier circunstancia. No obstante, tampoco adopta un reglaje demasiado extremo y mantiene un adecuado compromiso entre estabilidad y confort para el uso cotidiano. Aquellos que les guste la conducción a fondo o quieran rodar en circuito apreciarán que al “FR” le vendrían bien otros 20 mm menos de altura en la suspensión para contener mejor la transferencia de pesos (especificación probablemente reservada a la futura versión “Cupra”)
El motor 2.0 TDI de 150 CV ofrece una respuesta satisfactoria desde bajo régimen y resulta correcto en sonoridad y vibraciones, aunque no pueda disimular su condición “diésel”. En marchas largas empieza a empujar con energía desde 1.500 rpm y lo hace con sensación de fuerza hasta poco más de 4.000 vueltas (su régimen de potencia máxima se encuentra constante entre 3.500 y 4.000 rpm). Por lo tanto, no aporta nada seguir estirando el régimen, aunque la zona roja del cuentavueltas comienza a 5.000 rpm.
La caja manual de seis marchas tiene un accionamiento rápido y suave pero lleva unos desarrollos excesivamente largos, que favorecen más las cifras bajas de consumo a velocidad sostenida que su eficacia a la hora de recuperar velocidad (a 2.000 rpm en 6ª rodamos a 117 km/h reales). No obstante, el excelente par motor disponible (320 Nm entre 1.750 y 3.000 rpm) es capaz de tirar de ellos con más soltura de la esperada, aunque se nota claramente que tenemos que empezar a jugar más con el cambio de marchas en cuanto el coche va cargado.
El Seat León SC 2.0 TDI con la caja DSG de seis velocidades tiene unos desarrollos más cortos (50,3 km/h en 6ª a 1.000 rpm) que probablemente aporten una respuesta más brillante en las recuperaciones (acelera de 0 a 100 km/h en el mismo tiempo, 8,4 segundos), pero también incrementan 0,3 décimas la cifra de consumo medio (4,4 l/100 km) respecto a la caja manual con los desarrollos más largos.
La dirección también es precisa en su manejo, rápida (2,7 vueltas entre topes) y su asistencia electromecánica variable en función de la velocidad ofrece un agradable tacto.
En cuanto a la frenada, me ha parecido que ofrece un buen mordiente, buen tacto y una adecuada resistencia frente al trato exigente.