Puesto de conducción convencional
También en las plazas delanteras hay diferencias con la versión anterior. De hecho el puesto de conducción es convencional y solo el pequeño y vertical parabrisas delata que estamos sentados en un coche especial. También en parte la instrumentación, que privilegia un velocímetro gigantesco con dos círculos más pequeños a ambos lados. En uno se incluye el cuentarrevoluciones, que resulta pequeño, y en el otro el nivel del depósito de gasolina, que queda excesivamente grande. La temperatura del agua y del aceite también están disponibles con gráfica digital a través del menú del ordenador de a bordo. A su vez los asientos son amplios y sujetan bien el cuerpo, y la insonorización es correcta, lo que siempre es más meritorio en los coches que, como es el caso, no tienen marcos en las puertas.
En general, el habitáculo está correctamente terminado, pero sin llegar a la sensación de rotundidad y robustez que desprende un Golf. En cambio “la decoración” es muy bonita, con referencias al modelo original que se sintetizan en una guantera superior, unos agarramanos “de cinta” para las plazas posteriores y un salpicadero (realizado todo con plásticos duros) que, como el volante, incluye zonas del mismo color de la carrocería para simular la chapa en la que estaba realizado en el primer Beetle.