Sólo unos guiños al confort
El puesto de conducción está bien tratado, con amplios reglajes en el volante y el asiento que nos permiten situarnos a la perfección frente a los mandos. El único inconveniente que le encuentro (al “R” y a todos los Golf) es que los pedales están situados un poco altos y nos obligan a levantar las piernas más de lo deseable para accionarlos. Además, el pedal de embrague tiene un recorrido demasiado largo que nos impide cambiar marchas con toda la rapidez que su caja manual de seis velocidades nos permitiría.
Donde sorprende es en habitabilidad, con un interior perfectamente acondicionado para cinco plazas, aunque verdaderamente amplio sólo para cuatro personas adultas. El maletero también tiene una capacidad reseñable y una forma muy aprovechable, incrementando su funcionalidad y posibilidad de carga gracias a sus respaldos abatibles en partes desiguales (60/40). Además, los que necesiten un fácil acceso a las plazas traseras tienen a su disposición el Golf R con carrocería de cinco puertas.
La presentación interior está a la altura de lo esperado en un coche como el Golf R y el ajuste de todos los elementos parece adecuado, así como el remate de las distintas piezas y los materiales empleados. Tan solo me parece mejorable el plástico duro utilizado en la parte inferior del salpicadero y las puertas, así como los rebordes algo ásperos que tienen las guanteras laterales.
El Golf R lleva de serie prácticamente todo lo necesario en un coche de su precio, incluido el equipo de faros bixenón orientables en curva, que ofrecen una potente iluminación en conducción nocturna. Únicamente podemos echar en falta la ausencia de un sistema de acceso y arranque sin llave que no tiene ni en opción.
/ CARBONILLA 