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Leyendas del pasado I. Tazio Nuvolari

Un relato de El Abuelete del M3 - 16 abril 2013

Tazio Nuvolari

Dejaremos sus datos biográficos para quien los quiera conocer en las entrañas de Internet y glosaremos sobre Tazio Nuvolari, ese “hombrecillo cenceño y musculoso nacido en Mantua, a quién nadie podía destruir”, que condujo toda una temporada con una pierna escayolada y que, en cierta ocasión, cuando se incendió su bólido a cincuenta metros de la meta, saltó de él y entre gritos de los espectadores, empujó el vehículo hasta la línea de llegada y obtuvo así el tercer puesto de la carrera.

Este era Tazio Nuvolari, el paradigma del heroísmo y la afición a prueba de sufrimientos, del que se relatan anécdotas que, de no tener en cuenta que fueron registradas en los medios de la época o referidas por contemporáneos muy cercanos, parecerían inverosímiles cantos de gesta.

Aunque la biografía de Nuvolari es una sucesión de hechos fuera de medida, una de sus anécdotas más celebradas había ocurrido en 1930, en la carrera de las ”Mille Miglia de Brescia”.

Esta vez, la víctima fue su gran rival y antiguo socio, Achille Varzi, otro de los grandes de la época. Ambos habían tomado la salida en Brescia y, durante el segundo día de carrera, Varzi había conseguido ya unos minutos de ventaja sobre su rival. Sin embargo, en el momento de anochecer, Varzi tuvo un sobresalto cuando vio las luces del coche de Nuvolari muy cerca y pensó que en cualquier momento iba a ser superado por éste.

Un poco más tarde, ya noche cerrada, respiró aliviado cuando las luces dejaron de verse en su retrovisor, dando por hecho que algo le habría ocurrido a su rival y le había obligado a quedarse rezagado.

Tazio Nuvolari a bordo de un Alfa Romeo en el Gran Premio de Italia de 1932.

Una ráfaga de las luces del Alfa Romeo de Nuvolari y el sonido del claxon le sacaron de su error. Nuvolari hacía tiempo que había logrado alcanzarle, había apagado sus luces y, agazapado en la oscuridad, estuvo conduciendo un buen tramo pegado a la trasera del coche de Varzi, sin que este se percatara de su presencia.

Cuando Achille quiso reaccionar era ya demasiado tarde, Nuvolari le había adelantado y se presentó vencedor en la meta.

En 1934, en Alejandría, Nuvolari se rompió una pierna al estrellarse con su Maserati por culpa del piso mojado y otro participante que obstruía la pista. Después de cuatro semanas en el hospital, el bravo italiano se inscribió en el Gran Premio de Alemania, desoyendo las advertencias de los médicos.

Cuando llegó el día de la prueba, todavía tenía el pié enyesado y los mecánicos tuvieron que modificar los pedales para que Nuvolari pudiera conducir con un solo pie.

Se desplazó hasta la parrilla del circuito de Avus apoyándose en un par de muletas y se acomodó en su puesto de pilotaje en brazos de sus ayudantes. Durante la carrera, sufrió fuertes calambres y pinchazos, pero fue capaz de mantener un duelo a velocidades de vértigo con los Auto Unión alemanes, hasta terminar quinto.

Tras finalizar la carrera, uno de sus adversarios hizo un comentario para el recuerdo: “Los que pretenden que esto ha sido una locura, que tengan al menos la honradez de admitir que ha sido una de las demostraciones más bellas de valor y perseverancia jamás conocidas. Hombres así son los que consiguen la victoria”.