Un interior muy «R»
El habitáculo también muestra algunos detalles particulares. De entrada, el anagrama “R” está presente en el volante, en las molduras decorativas de aluminio y bordado en los reposacabezas delanteros, mientras que su velocímetro escalado hasta 300 km/h consigue llamar nuestra atención nada más acomodarnos en el puesto de conducción. Los asientos tipo bacquet, los pedales en aluminio, perfectamente colocados para realizar el punta-tacón y el volante de corte deportivo son otros elementos que contribuyen a realzar el ambiente “racing”. El volante tiene un aro muy grueso, está achatado en la parte inferior y revestido en un cuero de suave tacto, al igual que el pomo del cambio y la palanca del freno de mano. Además, lleva unos mandos multifunción de fácil manejo con los que accionamos las funciones del equipo de audio, el teléfono manos libres y los diferentes menús que aparecen en la pantalla de la instrumentación (ordenador de viaje de doble lectura, funciones de confort programables, emisoras de radio seleccionadas, temperatura de aceite o velocímetro digital). Los asientos de serie resultan envolventes y cómodos por su forma y mullido, ofreciendo una buena sujeción lateral en conducción exigente. En opción se ofrecen unos bacquet “R” todavía más deportivos, aunque los que lleva de serie me parecen tan satisfactorios que hay que meditar bien si merece la pena gastar los 3.365 € que cuestan los opcionales.