Un podio surrealista en el GP de Brasil
El Mundial de Fórmula 1 de 1990 estuvo verdaderamente agitado y hubo episodios en los que, tanto Ayrton Senna como Alain Prost llegaron a mostrar su lado menos favorecedor. Jean-Marie Balestre no era ajeno a todo aquello y parecía evidente el posicionamiento a favor de su compatriota Prost.
En la segunda prueba de la temporada, el Gran Premio de Brasil, el hombre de la FISA hubo de refugiarse entre varios fornidos guardaespaldas y abandonar el circuito de Interlagos precipitadamente para evitar males mayores, después de haber ofendido al pueblo brasileño con unas declaraciones tremendamente ofensivas.
Consecuencia de ello, en el acto de entrega de trofeos se produjo la escena más surrealista que se haya dado jamás. Ausente Balestre, responsable de entregar el premio correspondiente al vencedor, fue el mismo Alain Prost quien hubo de tomar la copa del lugar en que estaba depositada. Al modo del “Petit Napoleón” que llevaba dentro, se coronó él mismo en un gesto de “grandeur” tan propio de los galos.