Vida a bordo
Este TT tiene dos plazas, si bien las traseras del coupé sirven para prácticamente nada más que para salir de un apuro llevando a alguien por ciudad, para transportar a algún niño –cosa poco recomendable por el forzado escorzo que hay que hacer para entrar y salir la sillita y su ocupante-, y sobre todo para llevar equipaje, o abatir los asientos traseros y conseguir un maletero más que notable, puesto que queda un hueco de nada menos que 700 litros frente a los 250 fijos de la versión descapotable.
En el TT Roadster no hay apenas hueco nada más que para los ocupantes. Queda un espacio estrecho entre los asientos y la carrocería por dentro que puede servir para dejar un bolso, una mochila pequeña o poco más. Ese espacio no está tratado u organizado, simplemente existe y se puede aprovechar para nada más que eso. Para objetos como un maletín en adelante lo más recomendable –salvo si se viaja solo- es utilizar el maletero. Un maletero que en el descapotable baja de 290 a 250 litros, que no es mucho, aunque con la salvedad de que se mantiene constante llevemos o no la capota plegada; buena noticia, no hay que andar con separadores de objetos que siempre son engorrosos y a veces fallan. La principal desventaja de este maletero pequeño es la altura disponible, que es muy poca. Lo ideal para aprovecharlo, cuando haya que viajar, es comprar un juego de maletas a medida. No es un coche adecuado para cargar ningún tipo de objeto que tenga cierta altura.
Por lo demás, en este TT como en cualquier otro nos encontramos con un puesto de conducción excelente, donde personas de muy distintas talla se pueden sentir a gusto gracias a la profundidad de las regulaciones existentes, ya sea de asiento como de volante. El cambio de marchas es de los que “cae” relativamente cerca del conductor y tiene un recorrido, sin ser extraordinario, más bien corto, suave y preciso. Todo este entorno se ve rematado por un enorme apoyo para el pie izquierdo, de los que no se ven habitualmente, y un volante achatado al que cuesta encontrar alguna función práctica más allá de la estética racing. Hay quien dice que es mejor para personas de tamaño generoso para que no toque con las piernas. Hay a quien molesta a la hora de hacer maniobras en las que se gira mucho el volante. A mi personalmente no me ocurre ni lo uno ni lo otro, es más, en determinadas situaciones, como un giro de 90 grados, el ángulo recto de la parte baja me parece útil.
Respecto a otros Audi TT, no cambia nada en cuanto a la calidad de terminación o equipamiento interior. Todo está rematado con sobriedad y parece ajustar bien, con materiales poco vistosos pero de tacto y remate bueno. En esta ocasión hemos conducido una versión con equipamiento básico, sin navegador u otros extras multimedia, por lo que nos hemos conformado con el equipo básico de sonido. La climatización, importante en un coche así, funciona bien tanto con y sin capota. Las diferencias más importantes se encuentran en una serie de automatismos: en el TT Roadster prácticamente todo lo que está fuera o es móvil e maneja con un botón. Al igual que el coupé, el alerón retráctil, que se eleva automáticamente a 120 Km/h, también se puede levantar a menor velocidad con un botón. La tapa del maletero también se abre desde dentro, e incluso el mismo maletero no tiene cerradura alguna; la única manera de abrirlo es con un botón en el mando a distancia o desde el mando que reposa en la puerta del conductor junto al –otro más- pulsador para abrir la tapa del depósito.