Aunque Mercedes-Benz siempre ha estado ligada al mundo de la competición, hace poco más de una década, su gama estaba compuesta por coches principalmente “cómodos”, seguros, suaves en su funcionamiento y algo “aburguesados” en su comportamiento. Los escasos modelos “Sport” que ofrecían en su gama seguían mostrando un cierto guiño al confort de marcha que impedía manifestar ese marcado carácter que debe tener un buen deportivo.
Sin embargo, en los últimos quince años, la marca alemana ha ido experimentando un cambio radical en cuanto al dinamismo de sus modelos y las sensaciones que transmiten al volante, demostrando que también son capaces de realizar coches que se desenvuelven con eficacia en una conducción al límite y permiten disfrutar de la conducción sin complejos.
Una muestra de dicho cambio han sido modelos tan radicales como el Mercedes CLK GTR (1997), el Mercedes SLR McLaren (2003), el Mercedes SL 65 AMG Black Series (2008) y el actual Mercedes SLS AMG (2010) o, simplemente, cualquiera de los modelos de la gama “AMG” que se comercializan en este momento.
Pero, no hace falta llegar a semejante extremo de precio y potencia para disfrutar conduciendo al volante de un Mercedes y, la marca de la estrella, ofrece también ciertas versiones “picantes” con las que pasar muy buenos momentos en el puesto de conducción. Una de ellas es la que traemos en esta ocasión a Autolimite.com que, sin ser especialmente potente, me ha sorprendido por su excelente respuesta, estupendo comportamiento, buenas sensaciones y capacidad para dibujarnos una sonrisa cuando damos rienda suelta al acelerador.
Esta versión Sport se diferencia exteriormente gracias al “paquete AMG” que lleva de serie, con faldón delantero, faldón trasero y faldones laterales específicos, además de un alerón sobre la tapa del maletero, la salida de escape ovalada y las llantas de aleación de 18” con siete radios dobles y neumáticos de mayor anchura.
El interior también se ha realzado con numerosos detalles que aportan el toque “sport” esperado, como los asientos y el volante de corte deportivo, los pedales en acero inoxidable o los cinturones de seguridad en color rojo, entre otros elementos, además de un abundante equipamiento de serie.
A nivel mecánico, el Mercedes C 250 Coupé Sport cuenta con suspensiones de reglaje menos flexible, discos de freno de mayores dimensiones, escape deportivo, dirección paramétrica más directa y el cambio automático “7G-Tronic Plus” con levas de cambio secuencial detrás del volante.
Con un precio base que supera los 50.000 euros no podemos decir que sea un coche al alcance de cualquiera, tan solo una opción que nos permite disfrutar de cualidades deportivas a un precio más “asequible” que la versión AMG correspondiente. Por ese precio tenemos otros deportivos más rápidos y potentes, como el Chevrolet Camaro Coupé 6.2L V8 (432 CV) o el Nissan 370Z (328 CV), aunque no tan refinados en su nivel de acabado y equipamiento.
/ CARBONILLA 