Comisarios de pista, esos héroes anónimos
Finalizado el GP de Canadá 2013, cientos de espectadores corren hacia la zona de “pódium” para vitorear a los vencedores. Y, en su carrera, no reparan en algo que acaba de ocurrir allí mismo mientras un grupo de comisarios de pista trabajan para retirar el Sauber averiado de Esteban Gutiérrez.
El conductor de la grúa avanza mientras lleva en suspensión el monoplaza y no percibe que, ante él, acaba de agacharse uno de sus compañeros para recoger un “walkie” que se le ha caído al suelo. Con el ángulo de visión obstruido por el Sauber que se balancea delante de la pluma, no detiene su marcha.
Cuando quiere reaccionar ya es tarde, una de las enormes ruedas arrolla el cuerpo del comisario y el elevado peso del vehículo de rescate produce daños irreversibles a ese hombre infortunado al que la organización no pone nombre en las primeras horas.
Como consecuencia de ello, pese a que alguno de los pilotos del podio suspende la celebración posterior al enterarse del suceso (en un gesto que les honra), el incidente pasa a ser un “daño colateral” y, un par de días después, excepto para su familia y compañeros, el héroe anónimo caerá en el olvido.
Todos los que vivimos esta pasión del automovilismo sabemos de qué pasta están hechos estos hombres y mujeres que llegan los primeros y se van los últimos cuando se disputa cualquier carrera, sea en la pista de un circuito o en la cuneta de cualquier tramo.
Han pasado muchos años desde que, en el GP de España de Fórmula 1 de 1970, mi admirado amigo Andrés Más (D.E.P.) demostrara, como un personaje de Tom Wolfe, que “tenía lo que hay que tener” en las grandes ocasiones.
Aquel 19 de Abril de 1970, en el primer paso por la “Horquilla de Bugatti” del circuito del Jarama, el bólido de Jackie Oliver llegó descontrolado e impactó sobre el Ferrari de Jackie Ickx, que estaba negociando la curva. El impacto desplazó los dos coches hacia el arcén superior envueltos en fuego. Inmediatamente acudieron los comisarios de pista con los medios que disponían en ese punto y empezaron a combatir el infierno de llamas de aquellos dos monoplazas repletos de combustible.
Milagrosamente ninguno de los dos pilotos sufría daños corporales y únicamente el mono ignífugo de Ickx contradecía su condición “anti-fuego” y ardía sobre la espalda del piloto. Un número de la Policía Armada corría tras él y apagaba el fuego a “gorrazos”, quizás una técnica aprendida persiguiendo estudiantes en las protestas de la Universidad. Sea como fuere, aquel hombre se comportó valientemente y el piloto resultó ileso.
El Ferrari de Jackie Ickx ardía de forma espectacular y la inclinación del peralte le llevó a deslizarse sobre la pista y cruzarla desde el exterior hasta el interior, envuelto en llamas.
Eran tiempos en que las carreras no se suspendían mientras los coches pudieran atravesar los obstáculos en pista y el trabajo de los comisarios se vio interrumpido una vez y otra con el paso desenfrenado de los participantes.
Uno de estos obstáculos era una de las llantas al rojo vivo del BRM de Oliver y Andrés Mas la cogió con su mano desnuda para arrojarla lejos, sintiendo el horror de la quemadura y ganando para el futuro el título de valiente, al precio de una marca indeleble.
Detallando este suceso se comprende perfectamente hasta dónde están dispuestos a llegar estos héroes en su tarea. Yo he visto, también en el Jarama, a otro ejemplo (que ya no está entre nosotros) “con todo lo que hay que tener”. El inolvidable Juanjo Grau saltaba como un felino mostrando banderas en el puesto de las “eses” de Le Mans, a pesar de tener que andar con dos muletas. También vivía el automovilismo desde dentro, sentado en el puesto de copiloto en numerosos rallyes.
Con estos ejemplos se entienden sacrificios con resultado trágico, como el ocurrido el 5 de marzo de 1977 en Suráfrica, que les costó la vida a Tom Pryce y al comisario que arrolló con su Shadow-Ford, mientras éste cruzaba la pista portando un extintor para auxiliar a Renzo Zorzi, compañero de equipo de Pryce.
Sería inacabable relacionar todos los gestos de estos héroes anónimos cuyo nombre no conoceremos jamás, siendo lo cierto que sin su trabajo y entrega muchas veces no sería posible el espectáculo y por ello este homenaje de recuerdo, en el que quiero tener presentes a gentes sencillas, capaces de no dormir la noche del 26 al 27 de abril de 1975, para evitar la suspensión del GP de España de F1 de aquel año, el último disputado sobre el trazado de Montjuic.
Esa noche, muchos de estos comisarios de pista estuvieron apretando tornillos en el guarda rail que una organización insensata pretendía dejar sin fijación. Lo que ocurrió horas después, cuando el Lola-Ford de Rolf Stommelen voló sobre esas protecciones, segando cuatro vidas, no sabemos qué dimensión catastrófica habría alcanzado sin su trabajo.
Abrasados por el sol, ateridos de frío en la nieve de las cunetas, hambrientos y sedientos a veces, cuando la cosa se complica, estos héroes anónimos seguirán en sus puestos.
En la actualidad, tengo el honor de conocer personalmente a algunos de ellos, son amigos en Facebook y en la vida. Ellos saben quiénes son, tienen nombres y apellidos, pero hoy me los reservo. Solo diré que ellos también “tienen todo lo que hay que tener”.
jueves, 20 junio 2013 a las 20:45
Ostras, Abuelete, se me han saltado las lágrimas, recuerdas quien era uno de los que apretaba esos tornillos? si no me engaña la memoria fue Antonio, compañero nuestro del foro de MSN, recuerdas a Ralf? pues lo estuvo explicando una vez, lo que ocurre es que ahora mismo no recuerdo si era él exactamente o su jefe, pero yo diría que él, que debía ser un niño aprendiz casi, era el que estuvo allí.
Es verdad, que poco se valora a veces la labor de esas personas y que bonito homenaje le has rendido.
Un abrazo, sensible Abuelete.
viernes, 21 junio 2013 a las 0:01
Hola Lourdes, efectivamente fue Antonio, Ralf25 en el foro MSN, la pena es que he perdido el contacto, porque él es uno de los homenajeados en esas pocas líneas. Son gente que merecen mucho más, pero el espectáculo lo hacen otros, aunque sean ellos los que lo hacen posible. Un abrazo para ti.
viernes, 1 julio 2016 a las 15:15
Grato pelas palavras, pois são poucos os que reconhecem o espírito de sacrifício dos comissários, sejam pelas condições meteorológicas, as longas horas de trabalho e o empenho depositado, para que todas as corridas sejam disputadas nas melhores condições possíveis. Sem nós, não haveriam corridas…no entanto, basta-nos chegar ao fim de um evento desportivo, e termos a satisfação de um trabalho bem feito.
Novamente, obrigado pelas palavras.