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El neumático de invierno, ese gran desconocido

Escrito por: Víctor M. Fernández - 25 noviembre 2013

Ahora que llega el frío a nuestras carreteras, las principales marcas de neumáticos se esfuerzan en comunicar y dar a conocer a los usuarios las ventajas y virtudes de los “neumáticos de invierno” frente a los neumáticos convencionales.

Si bien en países como España (con una climatología en general más cálida que en el resto de los países Europeos) el neumático de invierno es todavía un gran desconocido, en otros países europeos con climatología más extrema (Alemania, Austria, Noruega, Suecia, Finlandia…) acaba siendo una monta obligatoria durante los meses fríos para circular con seguridad.

Aunque para una buena parte de los conductores, los neumáticos convencionales y los neumáticos de invierno son el mismo elemento redondo de goma que llevan las ruedas de sus coches, técnicamente hay importantes cambios que les permiten adaptarse a las condiciones climatológicas puntuales.

La principal diferencia se encuentra en el tipo de caucho empleado y en el dibujo de la banda de rodadura, adaptados en los neumáticos de invierno para agarrar más cuando las temperaturas son bajas. De esta forma, el compuesto de goma que utilizan los neumáticos de invierno ofrece una mayor capacidad de agarre cuando las temperaturas descienden de 7º centígrados (el neumático convencional tiene un tipo de caucho que trabaja con más eficacia cuando el piso se encuentra a mayor temperatura), mientras que el dibujo de la banda de rodadura se caracteriza por tener en torno a 2 mm más de profundidad y por introducir unas “laminillas” con forma dentada que permiten al neumático agarrar sobre superficies de adherencia tan reducida como la nieve.

Otra de las ventajas de los neumáticos de invierno es que permiten circular sobre superficies muy deslizantes sin necesidad de montar las siempre engorrosas cadenas de nieve, aspecto que ha llevado a los fabricantes a desarrollar neumáticos de invierno también para los deportivos de altas prestaciones de Ferrari, Lamborghini, McLaren o Porsche.

No obstante, como la perfección no existe, los neumáticos de invierno presentan también ciertas limitaciones de adherencia sobre pisos extremos, pudiendo llegar a ser necesaria la monta de cadenas para obtener capacidad de tracción en superficies completamente heladas.

La legislación española acepta los neumáticos de invierno como una alternativa válida frente al uso de cadenas de nieve, aunque el empleo de dichos neumáticos no está limitado para rodar únicamente sobre carreteras nevadas. De hecho, son muchos los conceptos erróneos que se han atribuido en torno al neumático de invierno, como que su utilización se limita exclusivamente para rodar sobre pisos cubiertos de nieve o hielo.

En realidad, el neumático de invierno es más eficaz que el neumático convencional sobre cualquier superficie, siempre y cuando la temperatura exterior sea inferior a los mencionados 7º centígrados. Por lo tanto, su capacidad para ofrecer agarre sobre asfalto nevado es una de sus principales ventajas, pero sus mayores virtudes se mantienen también sobre cualquier tipo de asfalto (seco o mojado) durante los meses fríos, ofreciendo un mayor agarre en curva, en frenada y en capacidad de tracción que un neumático convencional (que es más eficaz que un neumático de invierno cuando las temperaturas son más elevadas).

Tampoco es cierto que los neumáticos de invierno se destruyan cuando la temperatura supera los 20º centígrados. En los meses veraniegos seguirán trabajando con normalidad y sin experimentar un mayor desgaste, pero sí es cierto que su capacidad de agarre disminuirá frente a un neumático convencional con temperaturas cálidas.

Así pues, cualquier zona en la cual la temperatura media sea baja, el neumático de invierno siempre ofrecerá unas mejores prestaciones, independientemente de si el asfalto está seco, mojado o nevado.

Para disponer de la máxima adherencia, lo ideal sería poder montar neumáticos de invierno durante los meses fríos y neumáticos convencionales en los meses cálidos, siendo el conductor el que debe valorar la conveniencia en función de la temperatura media de la región sobre la que habitualmente circula.

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