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Kimi Räikkönen, el niño y la aurora boreal

Un relato de El Abuelete del M3 - 24 diciembre 2015

FELICITACION AUTOLIMITE 2015 ABUELETELa primera vez que había oído hablar de la aurora boreal fue una noche de verano de la postguerra, en una barriada a orillas del rio Manzanares.

Cobijado en el regazo de su abuela María, envuelto en el mandil de rayas grises y negras que acompañaban el luto permanente de ella, se resguardaba del fresco de aquellas  noches mágicas, mientras la abuela y un pequeño corro de vecinas hablaban, citando aún tragedias cercanas y el recuerdo, ya lejano, de los «tiempos normales» de antes de la guerra.

Al calor maternal de la madre de su madre, el niño escuchaba que en pleno verano del 37, con la batalla de Brunete en todo su furor, se encendieron inmensas luminarias sobre el firmamento de aquel paisaje toledano donde la abuela María lloraba la pérdida de su hijo, antes de su destierro voluntario al Madrid de los vencidos.

Contaba ella como apareció iluminada la silueta del Pico del Moro Almanzor marcando el Norte , y siempre la quedó la duda de su origen: boreal y sobrenatural , en aquella época del año y latitudes, o reflejo del sordo rumor de los cañones de la lejana batalla.

Aquel niño que soñaba con auroras boreales pronto sumó a sus sueños una nueva pasión que despertó cuando, en 1949, con apenas ocho años, fue testigo del Gran Prix de Madrid de F2 , una carrera de coches en la que ganó Raymond Sommer, nombre que nunca olvidó, una experiencia sensorial  fascinante, cuya magia dura todavía.

Ahora, preguntándose cómo había llegado hasta allí, se encontraba en plena noche, conduciendo aquel que fuera su primer BMW M3, rojo, por una pista nevada que se abría entre altísimos abetos.

A su lado, sentado en el asiento del copiloto, estaba su nieto, aquel perillán al que no veía desde hacía demasiado tiempo y de pronto, ante ellos, el final de la arboleda, una planicie infinita, toda la Vía Láctea y ¡¡la Aurora Boreal!, tan  mágica como la había soñado en su niñez.

Parados al borde del bosque, con los cuatro faros apagados, ¿ estarían en Finlandia?, nieto y abuelo se sintieron testigos del mayor espectáculo del Universo.

Allí, en el cielo invernal, destacaba, casi al alcance de la mano, la Estrella Polar  y de aquel techo con trillones de estrellas, se descolgaban auténticos precipicios de luz, sus colores cambiantes, del azul al verde, amarillo y magenta, se agitaban lentamente, como inmensos cortinones del teatro sideral, antes del comienzo del Big Bang.

Absortos en su contemplación, se vieron sorprendidos por el fulgor de unos faros y el chillido agudo de un Ferrari , que intuyeron rojo, con un nombre escrito sobre el cristal lateral, KIMI, que pudieron leer fugazmente, cuando les rebasó a toda velocidad internándose en el espacio helado.

Sus frenos de carbono detuvieron el Ferrari unos instantes después y al resplandor del firmamento y la nieve helada, salió del cockpit  una figura que agitando sus brazos, parecía decirles que se acercaran.

Hacia allá fueron y  con cierta sorpresa, se encontraron ante un Papa Nöel muy singular, tocado con el clásico gorro rojo y semi ocultos tras unas cejas, bigote y una barba blanca sin duda postizas, lucían unos ojos azules «doble xenón», hechos para la velocidad.

¡¡Sin duda, era él!!, Kimi Räikkönen, mono rojo, tripita incipiente y «cavallino» bordado , que les sonreía,¡¡oh,oh,oh!!, bajo  la catarata de luz boreal,  mientras mantenía abierta la puerta de un Ferrari 488 GTB , invitando al pequeño, con pocas palabras ( sin duda era el), a ponerse los arneses del copiloto.

Partieron como un relámpago y se alejaron entre estampidos mientras el abuelo, algo aturdido por la sorpresa, se quedaba junto a su veterano M3, esperando.

Nunca sabría cómo lo habían hecho, pero al regresar, el que pilotaba aquella bestia mecánica era su nieto, que ahora le invitaba a él, el abuelo, a ocupar el asiento del que se soltaba el «Papa Nöel de hielo».

Ante un milagro, lo mejor es no preguntar demasiado y apenas se había abrochado los cinturones de competición, aquel pequeño perillán , con apenas doce años, aceleró a fondo los 670 cv  y los neumáticos armados con clavos respondieron, catapultando la máquina, que empujaba su culo como nunca lo consiguiera ningún otro modelo de los cientos de coches que él mismo había probado .

Con el rapaz accionando las levas y el gas siempre a fondo, aquel Ferrari 488 GTB «Rosso Corsa Metallizzato» iba describiendo sobre la planicie helada todo un arabesco de derrapajes controlados, largos, lentos en su rapidez a ritmo de vals, deliciosamente interminables bajo el efecto mágico de la Aurora Boreal.

Aquel espectáculo había que vivirlo en toda su plenitud , el abuelo bajó el cristal de su ventanilla y a cambio del frio ártico recibió, en recompensa, la visión estelar más alucinante de su vida.

En cada cambio de marcha, en cada apoyo lateral, en cada barrido de 360º, sintiendo a veces la sensación de estar flotando en el espacio, desfilaron frente a él y a su derecha, las constelaciones de la Osa Menor, la Mayor, Andrómeda, Pegaso, Orión…, la Aurora Boreal con sus luces y sobre ellas, el manto protector, casi sólido de la Vía Láctea.

Aquel niño al que había dormido muchas noches de veranos ya lejanos, inventándose para él relatos y aventuras de excursiones fantásticas, le llevaba ahora, a golpe de gas a vivir aquella  alucinación, jamás soñada.

El zumbido del Smartphone y su luz azulada, marcando las 3:30 de la madrugada, le despertaron y en su pantalla pudo leer un whatsapp de su hijo, avisándole que, contra sus deseos, aquella Navidad no iba a poder estar con ellos en la Nochebuena.

Al otro lado del Atlántico, asomado al Pacífico en la búsqueda de su Eldorado, hacía poco que había encontrado respuesta en un reto profesional , que le alejaba por un tiempo de su familia y sobre todo de su propio hijo, aquel perillán , alumno aventajado de Kimi Räikkönen, al que él, el abuelo, tampoco veía desde hacía mucho tiempo.

Ya no pudo conciliar el sueño, sería la primera vez en que no estarían todos reunidos a la cena de Nochebuena, en torno al árbol que imitaba con sus luces parpadeantes los abetos y constelaciones soñadas a la luz de la Aurora Boreal.

Desvelado, se tomó el consuelo de escribir aquel sueño mientras llegaba el amanecer y en ello estaba, cuando, ya de día, volvió a sonar el teléfono  y al otro lado, una voz tan inesperada como deseada, que decía: ¡¡Hola abuelo, feliz Navidad!!…¿nos damos una vuelta en el M3?

NOTA: Es noticia en algunos medios que ha sido visto en barrios de la periferia un trineo de Papá Nöel arrastrado, en sustitución de los renos, por un Ferrari 488 GTB «Rosso Corsa Metallizzato».

CUENTO DE NAVIDAD 2015.  Dedicado «al Perillán» desde el Mediterráneo.

  • 6 comentarios

    • Lourdes dijo:

      Que cuento más bonito Abuelete, que arte tienes escribiendo y soñando. Un abrazo y Feliz Navidad.

    • El Abuelete del M3 dijo:

      Gracias Lourdes, la vida es sueño y cuando se ha vivido tanto, tu mochila se ha ido cargando, por igual, de livianas ilusiones y pesadas piedras. Es tiempo de ilusión y por ello debemos dejar volar nuestra imaginación y soñar que lo mejor está por llegar. Un fuerte abrazo y Feliz Navidad.

    • Gzk dijo:

      Precioso relato Abuelete
      Feliz Año ya. Despedimos un 2015 que me ha sido esquivo con vosotros, esperando que 2016 me permita montarme alguna vez como copiloto en tus relatos.
      Abrazos

      • El Abuelete del M3 dijo:

        Hola Gzk, feliz año también para ti….el 2015 no ha sido el mejor para el automovilismo en general…pero seguro que el 16 va a ser muchíiiiisimo mejor y lo vamos a disfrutar juntos. Un fuerte abrazo.
        Y por supuesto tienes a tu disposición el asiento del copi y si lo deseas, te puedes sentar también llevando «la rosca»….

    • Albert dijo:

      Un poco de ese realismo mágico que destilas en tu relato le hace falta a esta F1. Abuelete, compañeros de foro, ojala tengáis un estupendo 2016.

      Ya queda menos para Febrero y los primeros test.

      A ver si hay suerte y Ferrari, Red Bull, Williams o McLaren dan con la tecla y se ponen al nivel de Mercedes.

      Abrazos

    • El Abuelete del M3 dijo:

      Gracias Albert, lo mismo te deseo para este 2016 al que ya no le falta «casi ná» para que se enciendan los motores y aunque la magia anda un poco de decaída ( no hay más que ver a los Reyes Magos de todo a 100), procuraremos seguir creyendo en cuanto, como dices, cualquiera de los constructores que citas o alguno más que llegue, encuentren ese click milagroso que encienda, de nuevo, la llama de la pasión en los circuitos.