Drive, la película
Me habían llegado por varios canales informaciones positivas sobre esta película, actualmente en cartelera –ya supongo que en retirada-. Una película titulada Conduce y que no era, de entrada, la típica hamburguesa cinematográfica impuesta, relacionada con coches, tipos y tipas tuneados, chorradas varias y cabriolas imposibles. Ahora recuerdo que hace unos meses me llegó el trailer, que aquí abajo os pego, un trailer que me dejó tan indiferente y frío que me olvidé de la película y de su contenido rápidamente. Pero el caso es que la película llegó a España y las informaciones positivas aumentaron. Y yo que soy muy sufrido, me fui al cine, como suelo hacer cuando algo me interesa: informándome lo menos posible para no llevarme a la butaca prejuicios de toda clase, sean para bien o para mal. [Aprovecho aquí para decirle que a continuación le voy a contar cómo es la película, no la película en si, no sufra. En todo caso, si eres como yo de los que prefiere no informarse cuando te interesa una peli, te aconsejo que dejes de leer. El trailer está al final de todo.]
Si Drive fuera un cortometraje y durara 14 ó 15 minutos, la aplaudiría con las orejas. La cosa no puede empezar mejor, con unos créditos rosa chicle y una tipografía claramente inspirados en los años 80 –al estilo Corrupción en Miami-. La puesta en escena es fantástica –por montaje y foto-, y la presentación del protagonista gloriosa, con una escena de acción a bordo de un coche donde la emoción la ponen la contención y el sonido, el que suena y el que se espera y no llega, y tan sólo hay ligeros estallidos de agitación volantística que se apaciguan rápidamente. Un auténtico tratado de cómo utilizar los pabellones auditivos para crear tensión; o como crear un contraclímax para dibujar una original persecución automovilística que termina con un final a la altura.
Me frotaba las manos en la butaca, relamiéndome por lo que venía a continuación. El acierto parecía ya seguro.
Pues no. Lo que viene a continuación me decepcionó profundamente. La historia inicial vira hacia el relato de un personaje equivalente a cualquier llanero solitario del oeste o guerrero samurái contemporáneo, un pluriempleado condenado a acabar mal, con una intrahistoria de amor tan cutre, imposible y ridícula que hace que cualquier romance de teleserie adolescente parezca un sesudo tratado sobre la comedia humana. Al igual que en las series adolescentes –o Corrupción en Miami– la música está muy presente, para subrayar las emociones y sensaciones de los personajes; es una música que a la vez se agradece mucho, y a la vez resulta desconcertante, porque para nada concuerda con el desarrollo de la trama y el contexto de la misma –suburbios de Los Ángeles, época contemporánea, esa secuencia de la fiesta casera, esa chaqueta de cómic…-. En efecto, la banda sonora de Drive es un tratado de canciones de música electrónica que festejan por todo lo alto la tendencia al revival de los años ochenta. Pero no está compuesta para la película. Está incrustada en la película, como sucede en la teleseries a las que aludo.
Es como una radio que el vecino te coloca a todo trapo al otro lado del tabique mientras estás viendo una peli en tu VHS. A veces se producen conjunciones aleatorias interesantes, otras muchas desearías que se la metiera por donde amargan los pepinos.
Y es que Drive pretende transportarnos al cine de los ochenta –o sería mejor decir, la televisión de los ochenta- con una serie de preceptos estéticos donde el videoclip y Miami Vice, entre otras, están muy presentes. Y lo peor de todo, lo hace a través de una supuesta e intensa forma de contar las cosas, donde las miradas y los silencios se imponen a los diálogos y la trama. El personaje, interpretado excelentemente por Ryan Goslin –al que amas y odias-, se pasa la película reconcentrado en su mirada y transmitiendo cosas supuestamente muy intensas. De cine de acción pasamos a una fotonovela. Los personajes de la película, como si de un hipnotizador se tratara, se contagian de la intensidad ocular y se dedican a lo mismo con entusiasmo. Y así la clásica historia de hombres fatales destinados a morir y mafiosos de medio pelo avanza a duras penas en el mayor de los hastíos posibles. La trama se resuelve poco más de media hora real de metraje, el resto son supuestas emociones empaquetadas en planos alargados hasta la desesperación y cámaras lentas que no terminan nunca. Algo parecido a lo que podíamos encontrar en cualquier spot de colonias ochenteras, de esos en los que un ventilador agita la melena de una joven con maquillaje y cardado imposible, o esa típica escena donde un atormentadísimo Don Johnson en camiseta blanca chasqueaba las mandíbulas para hacer que tenía un tic en las sienes y así parecer que estaba más atormentado e interesante. Esteticismo disfrazado de sofisticación que no va a ninguna parte. Al protagonista en Drive le obligan a dejar de actuar para dedicarse a la pose, y ahí es a donde me pierden. Drive tiene mucho de eso… lamentablemente.
Por momentos me imaginé al prota interpretando el nuevo spot de la peluquería Gessbra.
Fue interesante ver la reacción del respetable ante tan largos y ¿estúpidos? silencios. Los primeros momentos de reconcentrada reconcentración se respetaron en silencio, quizá por el estupor. A medida que avanzó la película, empezaron a escucharse resoplidos de ¿otra vez?, risas nerviosas, y finalmente algún comentario de hastaloscojonismo por lo bajini. Y entre tanto aburrimiento, Drive nos obsequia con alguna que otra escena de ultraviolencia –in crescendo según vamos llegando al final-, adornada con elipsis temporales sin venir a cuento, insertas en la acción, que además de dejarte con un mal cuerpo que ni te cuento te hacen preguntarte… ¿¿¿¿Pero por qué????
Drive está dirigida Nicolas Winding Refn, un danés que ha dado el salto a jolibú con esta historia. Se llevó el premio al mejor director en Cannes, y no me extraña. Tiene que ser dificilísimo que un actor esté más de un minuto quieto mirando intensísimo sin que estallen las risas en el plató. Por lo demás, ganar eso en Cannes no es mucho decir, teniendo en cuenta que Terrence Malick se llevó la Palma de oro (la plasta de oro, habría que decir) por el Árbol de la vida. En general, el mundo de los premios está muy polarizado: En EEUU se trata de ver quién pone la chequera más gruesa y la campaña de publicidad y relaciones públicas mejor parida. En Europa se trata de ver quién es más recalcitrantemente cultureta, y gana siempre lo que tiene mayor olor a raro o prestigio por que yo lo valgo –véase el último festival de San Sebastián-. En España (San Sebastián aparte) tenemos nuestra propia versión, aquí se trata simplemente de amiguetes y politiqueos varios –véase la nómina de los Goya de este año, Almodóvar a la cabeza para hacerle la rosca con La piel que habito, brillante egendro que se multipremiará para compensar riñas pasadas y contentar el ego del enfadica manchego-.
Drive es una peli que tiene cosas interesantes, pero que por lo explicado anteriormente es a mi juicio un relato fallido. A mi me gusta que detrás de las poses interesantes haya algo que rascar, sustancia, y Drive se acaba convirtiendo en un vano y hueco ejercicio de esteticismo, de esos que tanto se lleva en los tiempos que corren, a cuenta de palabras tan vacías de contenido y prostituidas como modernidad y actitud.
Aun así, quizá merece la pena un revisado simplemente como rareza. El diseño de sonido es extraordinario y en franco contraste con el quehacer fotográfico. En añadido, me encanta la banda sonora, del estilo de algunas de las músicas más modernas,en el sentido guay del término. La discográfica ha tenido a bien hacer una especie de remix con algunos de los temas principales de la película, y yo se lo pongo aquí abajo para que ustedes mismos decidan e investiguen. Merece la pena.
Banda sonora original
– ¡¡Eh!!, ¡¡Eh!!, ¿y los coches? ¿¡Esto no iba de coches!?
– Sí, los coches. Usted se pregunta qué pasa con los coches. Pues de coches hay poco. El inicio, y una persecución con nada de especial y bastante de gratuito al final de la peli –esa marcha atrás sin venir a cuento-. Viendo la peli dan ganas de dar dos guantás al protagonista, quitarle las llaves de cualquiera de los V8 que puebla el taller donde trabaja y largarse lejos, muy lejos del elenco. Si te interesa el tema de los coches, mira el trailer. Ahí está todo.
Trailer
miércoles, 18 enero 2012 a las 12:51
La vi.
Bueno, no.
Me quede dormido.
miércoles, 18 enero 2012 a las 13:19
Ta visto que no se ha molestado en ver cual es la propuesta de la peli. Pero en fin. Críticas asi llevan a la hoguera a directores como Jean-Pierre Melville, del que esta peli mama a borbotones. Aunque todas sus pelis son muy parecidas. Recuerdo la de «el silencio de un hombre» especialmente (le samurai en original) http://www.youtube.com/watch?v=wcAXesR6QyI&feature=related
Largos silencios + acciones mínimas + trama simple = es un estilo de cine que puede no gustarte. Muy de los 70 (melville es más de los 60 pero por eso fue un adelantado e influyo a tantos dires USA).
La verdad que este tipo de críticas juzgando a una peli por lo que no es ni ha pretendido ser, son una pérdida de tiempo. Son del tipo que solía leer en la fotogramas cuando tenía 15 años y que dejaron de ser divertidas hace tiempo.
miércoles, 18 enero 2012 a las 21:38
Hola Mac, gracias por tu respuesta y los argumentos. Me parece bien lo que me dices. Efectivamente podría haber hablado de Melville. Podría haber hablado de Tarkovski. Podría haber hablado de Michael Mann. Hasta del método Stanislavski, y de los experimentos de los rusos a principios de siglo con las interpretaciones neutras y el montaje.
Podría haber hablado. Quizá juzgo mal la peli, es cierto, la cuestión es que no me gusta, pero es un gusto particular. Yo puedo hablar de todo eso, pero el resultado final sigue sin gustarme. Y es una opinión personal, que vale tanto como la de cualquier otro.
En algo estoy totalmente de acuerdo contigo. A mi también me aburren las críticas de las revistas, sean de música o de cine, sobre todo cuando el que las escribe dedica el 80% del espacio que tiene a hablar de referencias y antecedentes (para demostrar lo mucho que sabe de Melville, de Tarkovski, de Michael Mann, del método Stanislavski…) y al final no queda apenas espacio ni desarrollo para la obra que teóricamente es objeto de la crítica. No caeré yo en ese error, caeré en otros, pero las pocas veces que me dedique al cine intentaré explicar lo que hay y lo que me parece… con más o menos acierto.
Independientemente de eso, muy agradecido por tu sincero comentario.