Chop Shop: Excusa para hablar de TV
Lo de la crisis, a veces, no tiene por qué ser malo. Por ejemplo: La ineptitud de nuestros gobernantes y empresarios ha hecho que muchas de las licencias de TDT que se repartieron como caramelos en Reyes ahora no haya quien las rentabilice ni pague. Así las cosas, algunos usufructuarios de dichas licencias han decidido alquilarlas como recurso último antes de ir a la ruina.
Y normalmente se interesan por ellas los que basan su negocio en producir programas de televisión que utilizan el medio televisivo como espectáculo (osea empresas extranjeras), y las abandonan quienes piensan que la tele es sentar a hablar del gobierno a cuatro personas formadas en la Universidad Pontificia de Punto y Coma (osea, empresarios de la comunicación españoles).
Y con eso, la parrilla de televisión se ha animado, en lo que respecta a los coches, más que nunca antes lo había estado, con la llegada de un puñado de canales destinados a los miembros más viriles de la familia, léase Nitro –que de momento de coches, el mundial de rallyes a horas intempestivas-, Energy –que pertenece al tinglado Cuatro/Telecinco– y sobre todo ese bien hallado oasis de testosterona flipada que es Discovery Max, que ocupa el espacio del ahora añorado Veo TV propiedad de El Mundo –lo de añorado es broma-.
Así las cosas, ahora mismo…
Ya teníamos en la parrilla de la tele nacional Más que Coches GT de Telecinco y Fórmula Sexta, de la ídem. Dos programas cuyo logro común es utilizar el efecto Interviú que tanto se usa ahora en Youtube; esto es, poner a una muchacha neumática con dudoso gusto para hablar del potentísimo bemeuve o el rabioso mercedes de turno, que se pasea a velocidad máxima de tractor por cualquier carretera nacional. Una voz en off sobre footage de cualquier marca, y santaspascuas. Programas de bajísimo coste y audiencia, que ahí están sin molestar a nadie, y sin más pretensión, pues más pretensión tuvieren, antes los liquidaren. Puestos a ser justos, en Más que Coches,después de más de una década ganando perras están que lo tiran, y Gonzalo Serrano se ha animado a comprar una GoPro y a contratar a un muchacho que sabe ir a más de 60 Km/h y hasta derrapa y conduce bien. Felicidades y gracias.
Sobre Marca Motor, directamente, no hablo. Vengo de ver el especial de anoche sobre el inicio de la pretemporada y la Fórmula uno, acabamos de abrir la página de Autolímite y todavía me recupero. Quizá otro día sea capaz de ponderar lo que vieron mis ojos –después de ver los primeros programas del Dakar de este año pensaba que no era posible hacer un programa del motor peor en un medio nacional. Por lo visto, sí-,
Cuatro se animó hace no mucho. Tras clamar en el desierto los flipados de turno, entre los que me incluyo, Un Top Gear español, que no un Top Gear en español, llegaron cuando ya habíamos muerto de sed, pero llegaron. Pero como lo primero es ciertamente imposible en este país –un programa bueno y patrio-, pues ahí están pasando una y otra vez los Top Gears del año catapún, una vez que la BBC se ha hartado de ganar dinero con ellos vendiéndolos a todo el planeta tierra y pasándolos hasta en Katmandú. Tremendo riesgo, sin duda, el que asume Cuatro.
Estos programas tienen dos problemas básicos: 1- los coches son antiguos, los hemos visto muchas veces; 2- el doblaje, a costa de los años que llevamos viendo los originales, chirría. En todo caso, bienaventurados los que no lo conocían y ahora los disfrutan, verbigracia los niños y los adolescentes. Aunque así no aprendan lo que quiere decir astonishing ni flat out. Siempre hay alguna cosa chunga o divertida que ver no sujeta a la temporalidad mercantil, por lo que merece la pena…
Como quiera que la cosa debe de ir bien, ahora en Energy se conoce que ponen Top Gear a todas horas. Algo que hubiera sonado a ciencia ficción hace no tanto… pero ahí está.
Como a ciencia ficción puede sonar que un programa de coches, bueno sí, cogiéndolo un poco por las pinzas, pero de coches, sea el programa más exitoso de un canal entero. ¿No caen? Me estoy refiriendo a esa mezcla de vergüenza ajena y diversión continua que es MTV Tuning, que ya tiene hasta su versión española y todo. ¿Qué más se puede decir de todo esto? Pues poca cosa, al margen de que este tipo de programas ya hace años que parte el bacalao entre el mundo anglo, que se está convirtiendo en una especie de dictadura monopolística sobre de qué va la tele globalizada: Pues va de Reality Shows que introducen giros narrativos propios de la ficción para hacerlos más adictivos, de forma que parezcan reales. Toda la MTV se ha convertido en un gigantesco Reality para adolescentes de dudosísimo gusto, pero es que en el planeta tierra, por más que los orientales afilen sus dragones, manda lo anglo: Desde la teoría de las supercuerdas hasta los contenidos de la tele. Todo es jodidamente anglo. Hasta la frase jodidamente anglo apesta (sucks) a anglo.
Y así llegamos por fin a, al menos para mi, el último gran impacto. Discovery Max. Un canal para machotes flipados de esos con gafas aerodinámicas, llamaradas en los laterales del buga y que blasfeman 4 veces por segundo, y que me tiene a un nivel de enganche superior al que padecí meses atrás cuando descubrí que en Marca TV ponían Boxeo con Jaime Ugarte, esa derecha que entra límpida como una mañana de primavera…
Discovery Max es una casa de locos donde ver falsos realitys para tíos guays: El último superviviente, Pescadores de cangrejos en Alaska, El rey de las tartas, esta cocina es una ruina, Superhumanos, un parásito en mi cuerpo, Estudio de tatuajes,… (no estoy de coña, se lo juro, todos estos programas existen). Tener, tienen hasta su versión de MTV Tuning, donde aparecen ricachones y personajes tan cultivados como Silvestre Stallone para que le tuneen la picap. Y también pasan Top Gear versión USA, que merecerá comentario aparte.
Pero no, no es esta versión de MTV Tuning lo que a mi me ha llamado la atención A mi lo que me tiene ahora mismo sorprendido es ése reality llamado Chop Shop. ¿Se acuerdan del anuncio del joven bengalí que a martillazos se hizo su 206?
Chop Shop es un reality sobre dos personajes disparatados que alquilan un cuchitril en los suburbios de Londres para presentar coches a concursos y transformar chatarras en exclusivas creaciones por encargo. Descorazonado un poco ver que esto tiene ya más de 5 años de antigüedad, pero da igual, más tardamos en tener Top Gear en abierto.
Chop Shop va de dos tipos: Uno, un viejo cascarrabias inglés que se supone que deja su acomodada vida para darse a su pasión: la mecánica. Otro, la versión real del personaje del anuncio: Un descacharrante carrocero de Bangladesh venido a la City que se da más maña con la radial que Arguiñano cortando en juliana. Ya se sabe que la escasez agudiza el ingenio, y que no hay avería que no solucione un mecánico marroquí. Pues bien, parece ser que por oriente lo que les va es transformar la carrocería a golpe de ojo y de manos.
Cada programa supone un nuevo reto o encargo, que como siempre se salpica de problemas falsos que van añadiendo interés y emoción al asunto. De mecánica y de técnica automovilística se habla lo justo, aunque siempre sale algo. Pero lo que es verdaderamente divertido es cómo se desarrollan las historias, el ingenio, los chascarrillos, cómo se pelean, gritan e insultan, cómo lloran (Leepu llora como un nene cada vez que algo falla). Todo es pura comicidad. Lo de menos, al final, es que la mayoría de coches personalizados acaben siendo un horror –hay algunas excepciones, como el Jaguar XJS-.
En definitiva, detrás de tanto disparate acelerado se intuye a dos personas que se mueren de pasión por los coches, que disfrutan con lo que hacen, que lo viven, y ese entusiasmo y tensión y buen rollo, aunque esté enmarcado en una realidad de cartón piedra, trasciende la pantalla y entusiasma. Los insultos, chistes y ocurrencias de Bernie Fineman contrastan con la pasión desmedida, la imaginación y los diseños horteras de Leepu Awila, y todo junto hace un cóctel explosivo difícil de igualar. No se cuánto durará en la parrilla, pero desde luego me tienen ganado. Preparado, disparatado, desbocado, aneuronal, pero auténtico al fin y al cabo, Mucho más auténtico, desde luego, que ver a cuatro seres humanos sentados una mesa voceando sobre política porque se formaron en la Universidad de Punto y Final.
miércoles, 8 febrero 2012 a las 17:48
Hace dias que veo el programa en el cable,y con lo que más flipo es con qué,al parecer,homologan de alguna manera los coches para circular por la calle, ¡incluso en Europa!Lo que no tocan es el chasis,pero son los Frankenstein del tunning…
martes, 14 febrero 2012 a las 11:08
Impresionante artículo. Me ha impresionado mucho saber que todos esos programas televisivos existen, pero más aún lo ha hecho leerlo tal y como se ha escrito aquí.
Chapó.
martes, 14 febrero 2012 a las 18:48
Oye Juan Francisco,que yo creía que esos del Tunning se los había inventado el Tío de la Vara y me rasgaba la túnica de arriba abajo con el gachó ese que hace la perdiz, pero ¿toda esa fauna existe? mañana mismo me apunto a Ono, a Fox o a un bombardeo, pero no me lo pierdo, si es verdad lo que dices ¿que hago yo perdiendo el tiempo en Sálvame? Saludetes y ya nos contarás lo tuyo con el Lobato.Besetes CLEO.
miércoles, 4 abril 2012 a las 6:58
Y overhauling? Es el unico progrma que me gusta de la tdt. Compran kits de carroceria para vehiculos clasicos americanos. Normalmente quedan muy bien. Se lo recomiendo. Si no recuerdo mal lo echan en discovery max.
Y no es un programa asqueroso de truñing. Solo ver al que diseña la pintura del coche y al que pinta ya merece la pena.
Mtv tuning se rueda en humanes, da grima.