Cualquier tiempo pasado fue mejor
Cuantas veces has escuchado decir que cualquier tiempo pasado fue mejor. La evolución social, política, económica y tecnológica deberían encargarse de desmentir semejante afirmación, pero lo cierto es que hay detalles que nos llevan a pensar que puede acabar siendo una triste realidad. En el caso de la industria del automóvil empiezo a ver signos de que puede ser así.
Con el Salón de Ginebra 2019 recién inaugurado, la verdad es que la muestra no puede resultar más desoladora para aquellos que nos gustan los coches, las prestaciones, las emociones, las sensaciones y el rugido de un poderoso motor V8, V10 o V12.
Salvo escasas excepciones de ensueño, como el Aston Martin Vanquish Vision Concept, el Bugatti “La Voiture Noire” (1.500 CV), el Ferrari F8 Tributo (720 CV), el Koenigsegg Jesko (1.624 CV) o el Lamborghini Aventador SVJ Roadster (770 CV), la mayor parte de las marcas han centrado su oferta en el mundo de los coches eléctricos y en los modelos SUV, la nueva moda entre los compradores de vehículos.
Quizá es lo que demanda ahora el mercado, la vuelta a “electrodomésticos” que nos lleven y nos traigan con seguridad y sin sobresaltos allá donde queramos desplazarnos.
Visto así, empiezo a pensar que tiene todo el sentido también la llegada de los vehículos autónomos, aunque tendremos que esperar todavía unos años para que eso sea posible con absolutas garantías.
Puestos a imaginar, lo ideal es que los fabricantes trabajen también en los coches voladores, para acercarnos más a lo que hemos visto en las películas de ciencia ficción y que ya por estas fechas surcaban los cielos de Blade Runner.
Marcas como Aston Martin ya han mostrado su interés, con el prototipo Aston Martin Volante Vision Concept que presentaban en 2018, en colaboración con Cranfield Aerospace Solutions. Otras, como GoodYear, acaban de presentar en la muestra suiza un neumático mixto con forma de turbina (“GoodYear Aero”), pensando en los coches voladores autónomos del futuro, que funcionaría como neumático convencional para rodar por carretera y actuaría como hélice para volar por el cielo.
Volviendo a la realidad actual, el mensaje que me ha inspirado el Salón de Ginebra 2019 no puede resultar más preocupante para los amantes de los coches, puesto que ahora no son los políticos, sino los propios fabricantes, los que están dispuestos a terminar con sus vehículos con motores de combustión.
Así nos hemos encontrado ante declaraciones como las de Honda, que ha anunciado su objetivo de realizar el 100 % de sus ventas en Europa con vehículos electrificados a partir de 2025.
Porsche también comunicaba hace escasos días que la próxima generación del Porsche Macan será exclusivamente eléctrica, poco después de que empiecen a comercializar el Porsche Taycan a finales de 2019, el primer modelo de la marca completamente eléctrico e inspirado en el Porsche Mission E Concept.
Además, para 2025, el 50 % de todos los Porsche nuevos podrán tener un sistema de propulsión eléctrico.
Volviendo a las marcas generalistas más mundanas, Peugeot cerraba el pasado año anunciando que la próxima generación de sus modelos deportivos, desarrollados por Peugeot Sport, contarán con propulsión eléctrica a partir de 2020.
El remate a mi pesimismo lo ha puesto Volvo, comunicando que, a partir de 2020, la velocidad máxima de todos sus vehículos estará autolimitada a 180 km/h, lo que me lleva a pensar su intención de no volver a comercializar un modelo de corte deportivo, como fueron en su día el Volvo 850 R (250 CV) o el Volvo S60 R Polestar (367 CV).
Llegados al momento en el que estamos, no seré yo quien niegue la necesidad de construir un mundo más sostenible y respetuoso con el medio ambiente, pero también parece cierto que mucho tienen que evolucionar las nuevas tendencias en el sector del automóvil para desencadenar entre los aficionados las emociones que nos generaron en el momento de su presentación coches como el Lamborghini Miura (1966), De Tomaso Pantera (1970), Lancia Stratos HF (1973), Lotus Esprit (1976), BMW M1 (1978), Ferrari F40 (1987) o el Porsche Carrera GT (2000), entre otros muchos que se me ocurren hasta la llegada del Siglo XXI.
La hibridación ha sido también artífice de otros impactantes modelos como el McLaren P1, Ferrari LaFerrari, Mercedes-AMG Project One o Porsche 918 Spyder, pero todos ellos han contado con el emocionante sonido de sus potentes propulsores de gasolina asistidos por un motor eléctrico.
Permitirme cierto escepticismo, no sé si pesimismo, pero perder sus formas, su sonido y su filosofía, a cambio de movernos sin ruido y sin contaminación, puede ser un alto precio del que quizá nos acordemos dentro de pocas décadas, en donde futuras generaciones hagan extensivo aquello de que, cualquier tiempo pasado fue mejor.
lunes, 11 marzo 2019 a las 16:53
Vaya… No seré yo quien renuncie a los buenos coches deportivos con motor de combustión. Sin duda estos coches aportan un punto de emoción y hacen que desees conducirlos sin más. Pero tampoco creo que sea tan pesimista el futuro con los coches eléctricos.
Estoy convencido de que habrá electricos para ir de A a B, pero también habrán deportivos y super-deportivos eléctricos, cuya finalidad será emocionarnos y hacernos disfrutar de la conducción. Ya los hay, de hecho. Y creo que los deportivos electricos nos aportarán sesaciones nuevas, diferentes.
Ocurre lo mismo con los actuales coches de combustión. Los hay para ir de A a B, y los hay para disfrutar de la conducción.
Perderemos el sonido, cierto. Pero ganaremos otras cosas, y si con ello mejora el medio ambiente… bienvenido sea, la verdad.
Yo sólo espero que no prohiban los cocches de combustión de golpe y que sea una transición paulatina y natural.
Saludos.
lunes, 11 marzo 2019 a las 22:42
Gracias por tus comentarios Juanjo.
Sólo el futuro nos acabará aclarando si, de verdad, cualquier tiempo pasado fue mejor.
Cuando la ingeniería acabe solucionando las limitaciones de autonomía y permitiendo recargar las baterías en escasos minutos, estoy convencido de que los vehículos eléctricos podrán ser también emocionantes en su conducción, con algunas sensaciones distintas, pero también emocionantes.
Lo ideal sería que convivieran ambas fórmulas y que ningún político en el mundo acabe teniendo la idea de prohibir la circulación de todos esos coches con motor de combustión que han sido artífices de la historia del automóvil y nos han dado tan buenos momentos.