A la utopía por la gasolina
Tras el acto de relevo del Sr. Pere Navarro y la toma de posesión de María Seguí como nueva Directora General de Tráfico y escuchando su propósito de mejorar las buenas cifras logradas en la reducción del número de víctimas de la carretera en los últimos años, recordé lo leído en el Blog “El octano pasajero” de mi compañero en Autolimite.com, Juan Francisco Calero, y su acertada disertación sobre “LA GASOLINERA COMO SÍNTOMA”, del que destaco un párrafo que cito literalmente:
“Hoy el establecimiento estaba, con los muchísimos surtidores de siempre, vacío*.”
Ese intrigante asterisco sobre la palabra “vacío” encuentra enseguida su porqué y justificación en el comentario a pié de página con que Juan Fran remata su esclarecedora reflexión:
”Los de la DGT han aprendido a ponerse muchas medallas por cualquier cosa, algunas de ellas, en tal jolgorio y agitación, inmerecidas. No hay muchos estudios serios sobre cuánto ha descendido el tráfico en los últimos dos años, y más que va a descender, pero lo cierto es que las carreteras se despueblan a alta velocidad mientras la gasolina y la represión juegan a ver quién sube más. Dato de hoy: La gasolina ha subido 50 céntimos en los últimos 3 años.”
Reflexión que, ese día, con 540 km. por delante, probablemente no quiso extrapolar a cosas más grandes y actuales, porque, muchas veces, pensar es penar y la música es mejor compañera de viaje que la preocupación.
Como señala Calero, sin que conste haberse realizado en los últimos años estudios solventes sobre los flujos reales de tráfico en nuestras carreteras. Con latiguillos tan manidos como los empleados en los medios de comunicación, haciendo referencia a los “cuchucientos” millones de desplazamientos previstos para el “próximo puente” y los poco fiables balances de víctimas producidos durante el mismo, nos van, poco a poco anestesiando y haciéndonos creer en un utópico e improbable “futuro sin accidentes”.
Nada desearía con más fuerza que se cumpliera el deseo de la nueva Directora General, una mujer joven en cuyo currículo destaca el conocimiento de muchos de los problemas que afectan al tráfico en nuestras carreteras y en las de otros países como EE.UU., pero lamentablemente siempre habrá algún suceso producido por el azar o el comportamiento imprudente de alguien o algo que romperá tan loable propósito.
Por ello, espero que no redunde, como los que acaban de ceder el testigo, en el triunfalismo fácil de atribuirse méritos achacables en gran medida a ese despoblamiento acelerado que se está produciendo en una red viaria que, después de muchos años, e ingentes fondos europeos no siempre bien administrados, hemos conseguido poner en buena parte a la altura de las necesidades de un país moderno.
Si el efecto devastador de la crisis no solo no remite sino que se acentúa, es bastante previsible que las cifras de los siniestros en la carretera continúen descendiendo, al precio de quedarnos casi todos en casita, para reducir en lo posible el constante atraco que padecemos cada vez que afrontamos, inermes, el acto de repostar combustible.
Escuchando a la nueva ministra de Fomento, Ana Pastor, lamentarse del tamaño de las telarañas que se ha encontrado al abrir la hucha del “cerdito de barro” donde se guardaban los euros de su ministerio y el pufo que, según ella ha heredado, con riesgo de tener que habilitarle un despachito contiguo al suyo al Cobrador del Frac, para protegerle de la congelación en el duro invierno de nuestro descontento, no hay que descartar que el total de fondos destinados al apartado de conservación de nuestra vías sea cero=cero.
Con esa perspectiva, la tarea de acabar de erradicar de una puñetera vez los PUNTOS NEGROS se aleja “sine die” y aumenta de forma exponencial la posibilidad de vernos cazados en alguna de las muchas trampas para conductores desprevenidos que, sin duda, van a proliferar sobre el asfalto en el tiempo que tardemos en salir del “atasco”.
Difícil lo tiene, pero más utópico era, en su día, el empeño de los que soñaban con encontrar la playa bajo los adoquines del París del “sesentaiocho”.
Quizá debajo de nuestros adoquines tampoco esté la fórmula mágica, pero desde aquí la rogamos que rehúse colgarse medallas fáciles, la animaremos a aplicar de forma realista y valiente las reformas necesarias para mejorar, de verdad, la calidad de las vías y las normas de tráfico y reconoceremos sus méritos cuando lo merezca.
lunes, 12 marzo 2012 a las 14:41
Aprovecho esta entrada y la reciente puesta en marcha del «céntimo sanitario» en las autonomías que aún no lo tenían, para quejarme al sol, hoy que es lunes: los dirigentes se deben creer que al gente tiene varios miles de euros en su colchón, y no se les ocurre cosa mejor que intentar sacárnoslos a navajazos. En Castilla y León proclaman que recaudarán 65 millones más por este impuesto, y yo me pregunto cuánta gente irá ahora más despacio para gasar menos, cuántos usarán menos el coche, cuántos dejarán de usarlo, cuántas gasolineras verán reducidos sus ingresos, cuántos empleados despedirán, cuántas de ellas cerrarán, cuántos, en definitiva, menos millones ingresará, en realidad, ese gobierno autonómico tan «optimista».
Y así con todo.
lunes, 12 marzo 2012 a las 18:12
Hola Juan Antonio, cuando algún político «lumbreras» nos descubre el Mediterráneo con sus ocurrencias (mira que son ocurrentes nuestros políticos, sobre todo los de León y sus cercanías) yo siempre me acuerdo de mi abuela, de Toledo y cristiana vieja, que me contaba la peripecia de un tratante de aquellos que recorrían la comarca llevando a lomos de su mula medio «cortinglés» de la época. Aquel avispado charrán , como el que no quería la cosa, iba cargando cada día una sardinita más a su mula y como su acémila no era «La mula Francis» del cine , que hablaba y todo,pues la pobre aguantaba y aguantaba hasta que ya un día, con toda la producción de Santurce sobre su lomo , hizo ¡¡plash!! y ahí se derrumbó el «gran almacén» con herraduras, la pena es que en el derrumbe, la mula se fué al cielo y al trajinero solo le rompió una pierna y se quedó con el mote del «verato cojo» (La Vera extremeña, además del mejor pimentón, también producía hideputas utópicos) Vamos a ver, centimito a centimito, por muy «sanitario» que sea, donde nos lleva esta tropa.
lunes, 12 marzo 2012 a las 15:19
Estimado Abuelete: entre «el duro invierno de nuestro descontento» que menciona (¿de dónde ha sacado una expresión tan certera?) y el «céntimo sanitario» que indica Juan Antonio, me temo que en efecto nos acercamos a la utopía. Y digo «me temo» porque no estoy seguro de querer la utopía a ese precio. A cero kilómetros por hora está claro que los traumatismos, si no imposibles, son por lo menos bastante improbables. Si practicamos todos esa «conducción eficiente» que consiste en quedarnos en casa, la nueva directora general de Tráfico podría quedarse sin trabajo (sin sueldo probablemente no), lo que es una verdadera tragedia. Si Magallanes, Colón, Cook y todos los demás llegan a quedarse también en casa, ahora no estaría yo comiendo estas patatas fritas. Y creo que usted no tendría arroz que echarle a esas gambas rojas, porque no sabría que existe el arroz. Imposible por lo tanto esa playa bajo los adoquines, junto a todas las demás utopías posibles (e imposibles).
lunes, 12 marzo 2012 a las 18:48
Hola Uvedoce, cuando la formación intelectual de uno, que no ha ido a la «Universitaria» ha bebido en fuentes tan dispares como Ortega ( y su hermano Gasset, jajaja), Forges, Marcial L.Estefanía,Soren Kierkegaard,Pérez Reverte y El Guerrero del Antifaz, tienes una «empanada» que a veces no te permite recordar si la frase que escribes es el título de una película, que lo es, o algo que leiste hace muchos, muchos años, cuando te dormías imaginando el mundo con la mirada de Maxence van deer Merx , Gironella,Frank Yerby ó John Steinbeck, autor del «Invierno de nuestro descontento». Como muy bien razonas, yo tampoco quiero utopías tan caras y aburridas que no te ocasionen traumatismos, pero te maten de asco. Todos los grandes viajes comienzan con un primer paso y efectivamente si Magallanes,Colon, Marco Polo, Cook y toda esa banda se hubieran quedado «tumbaos a la Bartola» lo más probable es que tú no te estarías comiendo esas patatas fritas o bravas tan ricas. Por lo que respecta a mi arrocito, no habría ningún problema, lo habrían traído los chinos del «todo a 100» y en cuanto a la gamba roja, eso es una especie a punto de extinguirse, creo que el sábado aún se vieron unas pocas en el «Club del Gourmet» de «El Corte Inglés» a casi 100 € el kilo y se las llevó un banquero riquísimo que viste de riguroso rojo, conduce deportivos rojos y come gamba roja,naturalmente. No sabe, pobrecito, que el arroz también sale cojonudo con el Gambón argentino a menos de 7 € el kilo, de Mercadona.