El secreto de una imagen deportiva
Trasteando entre una información de coches clásicos de Renault me he topado con unas fotos del Renault 4CV (1946 – 1967)… ¡El Renault 4CV, ese pedazo “buga” que me encantaba cuando era pequeñito! (Hace ya unas cuantas décadas) 😉
Lo más curioso es que esta pequeña “berlina” de cuatro puertas me parecía que tenía una imagen “deportiva”. ¿Deportiva?, seguro que pensaréis.
Cómo podía un modesto coche familiar de 1946 transmitirme una imagen “deportiva”… pues tienes toda la razón, cuando lo más deportivo que podía tener aquel Renault 4CV (también conocido como Renault 4/4) es el motor colgado por detrás del eje posterior, propulsión trasera y un peso de 560 kilogramos. El resto de su “deportividad” no pasaba de unos frenos de tambor en las cuatro ruedas y de un propulsor con 750 centímetros cúbicos que desarrollaba 21 CV de potencia.
¡Cómo han cambiado las cosas!
Y ahora, con estos datos concluyentes y gesto ojiplático, os estaréis preguntando… ¿Y dónde le encontraba este loco la “deportividad” a semejante coche?
Dicen que los niños no mienten y en sus impresiones no influye más que la verdad de sus sentimientos y, os puedo asegurar, que aquellos Renault 4CV proyectaban en mis cándidos ojos la imagen de un coche “deportivo”, sin ser consciente entonces de sus limitaciones mecánicas y de que aquel “cacharro” no era capaz de superar los 90 kilómetros por hora “ni cuesta abajo”.
Lo que yo no hubiera podido explicar en aquel momento y tú todavía sigues sin entender voy a tratar de explicártelo, ahora que ha pasado mucho tiempo, tengo más experiencia y quizá algo más de criterio analítico (esto último lo ponemos en cuarentena). 🙂
En aquella década de 1970, en donde mi joven ser iba descubriendo por minutos cómo se construía a pasos agigantados mi pasión por los coches, recuerdo el día que mi padre me enseñó el nuevo SEAT 1430 Especial 1.600 que había comprado, con aquellas impresionantes llantas “Targa” de cuatro radios con los plomos de equilibrado escondidos bajo una llamativa cinta adhesiva de color naranja fosforito. Por fuera era un 1430 “normal y corriente”, pero aquellas preciosas llantas de 13” con generoso bombeo y neumáticos más “anchos” (probablemente 185/65 R13) marcaban las diferencias.
También me acuerdo de mi primer encuentro con el que, algún tiempo después, acabaría siendo mi primer coche. Fue todo un flechazo, un amor a primera vista que se produjo en las calles nevadas de la estación de Saint Lary Soulan (Pirineo francés). En casa ya teníamos un Peugeot 205 1.4 GT (83 CV) al que le “metía mano” de vez en cuando (cuántas satisfacciones nos dio aquel coche), aunque fuera el Peugeot 205 1.6 GTi (105 CV) el que verdaderamente me hacía “chiribitas” (con llantas más grandes y aletines remarcados).
Y entonces apareció él, por sorpresa, sin esperarlo ni conocerlo (en un momento de mi vida en el que leía todas las revistas del mercado y conocía todos los coches), con sus “enormes” llantas de 15 pulgadas y el anagrama “1.9” pintado en color rojo sobre sus laterales. Era el Peugeot 205 1.9 GTi, el pequeño deportivo más imponente del momento, con sus 130 CV y unas exclusivas llantas de mayor tamaño que marcaban la única diferencia exterior con el anterior Peugeot 205 1.6 GTi (con llantas de 14”), pero ¡qué diferencia!
Y si aquellas llantas de 15” eran suficientes para cambiar la imagen del Peugeot 205 GTi, qué me dices del aspecto de aquel Peugeot 205 T16 (200 CV) al que le ensancharon enormemente las aletas. Ya sé que el 205 T16 fue mucho más que un 205 ensanchado, no en vano fue la base del impresionante Peugeot 205 T16 Grupo B con el que la marca francesa ganó varios títulos en el Campeonato del Mundo de Rallies.
El matiz de mi última reflexión, por si no habías caído, es cómo unas aletas ensanchadas cambian también por completo la imagen de un coche, algo que te quedará claro cuando mires esta foto comparativa entre el Peugeot 205 1.6 GTi y el Peugeot 205 T16.
Después de todo este rollo, creo que ha llegado el momento de entrelazar percepciones visuales y volver a ese Renault 4CV que en la inocencia de mi niñez me parecía tan “deportivo”.
El secreto de aquel Renault 4/4 (4 puertas, 4 plazas y 4 CV fiscales) es que tenía unas marcadas aletas y llantas grandes de 15 pulgadas de diámetro (en un momento en el que deportivos como el Lamborghini Miura tenían llantas de 15”) con un pronunciado bombeo (algo que también contribuye a realzar el aspecto deportivo).
No es que en Renault recurrieran a dichas soluciones para darle un aspecto “deportivo”, eran recursos estilísticos de la época que, a ojos de un niño, resultaban muy atractivos.
Además, la suspensión parecía “rebajada en altura”, especialmente en el eje trasero, en donde parte de las ruedas se escondía bajo las aletas.
Que las llantas de gran diámetro resaltan la imagen exterior de los coches lo vemos claramente en los vehículos actuales, en donde se ha sucumbido al poder de la imagen y lleva llantas de 20 pulgadas de diámetro hasta un monovolumen como el Renault Scénic.
Para abundar en el tema de las aletas ensanchadas, te voy a poner otro ejemplo. Si te fijas, son muchos los que dicen que el Porsche 911 Serie 996 es el menos atractivo de su historia y achacan todos sus males al diseño de los faros delanteros.
Puedo estar con ellos en que quizá sea el 911 que ha tenido la carrocería más sosa, pero tengo claro que no se debe a la forma de sus faros sino a que fue el primero en renunciar a unas remarcadas aletas (probablemente para mejorar su aerodinámica).
Compara si no la foto del Porsche 911 Carrera, con el Porsche 911 Turbo y el Porsche 911 GT2. Los tres son de la misma generación y tienen similares faros delanteros, pero distintas formas en las aletas… saca tus propias conclusiones.
Además, el Porsche 911 Serie 996 heredó el diseño de los faros del Porsche 911 GT1 (Serie 993). ¿Todavía sigues pensando que la diferencia la marcan los faros?
De hecho, una de las cosas que tuvieron claro a la hora de diseñar el siguiente Porsche 911 Carrera Serie 997 fue volver a resaltarle las aletas que ya tenía el Porsche 911 Carrera Serie 993 (tan apreciado ahora), ensanchándolas aún más en las versiones más potentes y deportivas (Porsche 911 GT3 y Porsche 911 Turbo).
Mira también esta foto comparativa entre un Porsche 911 GT3 Serie 996 y el último Porsche 911 GT3 Serie 991. Yo creo que lo que marca principalmente la diferencia en su agresividad es el tamaño de las llantas y la anchura de las aletas, no me parece que esté en el diseño de los faros (ya me quedaba también con ese primer GT3 de los faros “feos”).
Por supuesto, un detalle fundamental para rematar el imponente aspecto aportado por unas buenas aletas resaltadas es un ancho de vía acorde, que rellene bien el espacio del paso de rueda, algo que tienen claro en Audi.
En la marca de los cuatro aros suelen resaltar de manera evidente los pasos de rueda de sus modelos para ofrecer una imagen más dinámica y llamativa. Lo puedes ver en el primer Audi Quattro (compáralo con el Audi Coupe del que deriva) o en una berlina deportiva como el Audi RS4 (en sus distintas generaciones), aunque tenga carrocería familiar.
Por último, mira este Toyota Corolla 3P, un coche tan poco agraciado en su imagen que únicamente consiguieron sacarle el aspecto deportivo al Toyota Corolla WRC, con llantas grandes y aletas ensanchadas, algo que siempre ha caracterizado a los coches de carreras.
Ya sé que hay otros muchos detalles que influyen en el estímulo visual que recibimos de un coche (como una suspensión rebajada en altura), pero haz un ejercicio de imaginación. Piensa en algún modelo lleno de alerones, con grandes tomas de refrigeración y formas muy perfiladas. Ahora, móntale unas llantas pequeñas y quítale sus remarcados pasos de rueda.
Ahí lo tienes, seguro que coincides conmigo en que ya no será lo mismo. 😉