¡¡ Arriba las manos… todos a 30 !!
Hoy he tenido que circular por los túneles de la madrileña M-30, la vía “rápida” de circunvalación de la capital. Y pongo “rápida” entre comillas porque las limitaciones de velocidad que nos encontramos traspasan el mayor de los ridículos y parecen un insulto al sentido común.
En una de las vías de entrada al túnel, concretamente en uno de los accesos de la Glorieta del Marqués de Vadillo, me he encontrado con una limitación que no daba crédito. De pronto ha sido como si me hubieran dicho, “arriba las manos… todos a 30”. Y parece que se ha parado el mundo. El coche que llevaba delante y yo, detrás, frenando para respetar una limitación de velocidad que no tiene ningún sentido, ni por razones de seguridad ni por coherencia con el progreso.
En otros muchos puntos, la limitación es de 50, y a 70 km/h en la vía principal de los túneles, espectacularmente construida, bien asfaltada y con zonas que tienen hasta cuatro y cinco carriles. El sentido común dice que es mucho más seguro mirar hacia delante, observando la circulación y el trazado de la carretera, que distraerse con la mirada permanente en el velocímetro para no superar los límites establecidos. Y es que, sólo hace falta pasarse unos pocos kilómetros por hora del límite para quedar retratado por uno de sus numerosos radares de control, que generan en torno a 20.000 denuncias mensuales para las arcas del Ayuntamiento de Madrid.
He de decir que dicha limitación me podría parecer acertada en determinados momentos del día, en donde las posibles retenciones que ocasionan las “horas punta” hacen lógica la reducción de velocidad para incrementar el nivel de seguridad en la M-30. Sin embargo, en horarios en los cuales la circulación es escasa y fluida, dicha limitación podría modificarse e incrementarse sin ningún inconveniente. Sería la mejor manera de darle utilidad a los numerosos paneles luminosos que hay en el interior, además de justificar en mayor medida el gasto efectuado.
Desafortunadamente, lo que ocurre en los túneles de la M-30 es algo generalizado en las limitaciones de velocidad impuestas en la red de carreteras españolas. En general, son tan absurdas e inadecuadas que muy pocos conductores acaban entendiéndolas útiles para preservar su seguridad, con la consecuencia lógica de no respetarlas.
Creo que podría poner más de un centenar de ejemplos y seguro que a cada uno de nosotros se le ocurren unos cuantos. Pero, lo más curioso de todo es que, precisamente en esos puntos donde más inadecuado es el límite de velocidad marcado, es donde mejor “caja” hacen colocando radares perfectamente escondidos.
El caso es que soy un ciudadano harto de que haya un puñado de inútiles decidiendo qué absurda velocidad colocan en tal o cual tramo de carretera. Hoy, mientras me ponía religiosamente a 30 km/h en medio de la M-30, me hubiera encantado preguntarle al genio de tan absurda idea cuál era el motivo que le había llevado a entender adecuado colocar allí semejante limitación. Lo más suave que se me ocurre decir es que debía estar ciego.
martes, 13 marzo 2012 a las 11:13
Paciencia, amigos. Estamos a punto de comprobar qué es peor, si un alcalde que recuerda al Príncipe de Maquiavelo o una alcaldesa a lo Belén Esteban. Todo a su tiempo. Es de cajón que lo mejor en una curva ciega (como las que hay en muchas salidas de los túneles de la M30) es una limitación de 50 y a continuación otra de 30 km/h. Hace unos días, por evitar el sablazo municipal, una furgoneta de reparto estuvo a punto de arruinarme las cervicales. No te desesperes, Víctor, que no hay nada que hacer. Esas limitaciones no obedecen a criterios técnicos. Estoy por decirte que tampoco a avidez recaudatoria. Esas limitaciones están ahí porque tenemos políticos y administradores incompetentes, sólo por eso. Lo malo es que son los políticos y administradores que seguramente merecemos.
miércoles, 14 marzo 2012 a las 10:37
Queridos Víctor y Uvedoce,aunque nacido madrileño y «de la Bombi», ahora soy «de pueblo» y la última vez que estuve en Madrid,me fuí con mi seño a tomarnos un pollo a Casa Mingo y aprovechamos para conocer esa maravilla en que se ha convertido esa galaxia de puentes peatonales, jardines colgantes y túneles que ocultan lo que, hasta hace muy pocos años era la cara más degradada y arriesgada del tráfico en la M-30.
Desde dentro, a veces, se pierde un poco la perspectiva y más si le tocan a uno el bolsillo.Pero con mirada «pueblerina» y conociendo también lo que hay por ahí,por ejemplo:París, Londres, N. York y no digamos Estambul,Rio, etc.,os digo que no sabeis lo que teneis. Puede que el Alcalde-Faraón se pasara tres pueblos al querer hacer todas las Pirámides en la misma legislatura y puede que su sucesora no caiga bien,su mensaje es algo torpe, pero no me parece una «Belén Esteban»¡¡qué horror!! y estoy seguro que ,como dice Víctor en su artículo,se podría gestionar de una manera más racional, inteligente,la señalítica de los túneles y sus límites de velocidad, para no caer en la rapiña recaudatoria, ni en el peligro para las cervicales.
martes, 20 marzo 2012 a las 21:36
Si en las limitaciones de velocidad (entre otras cosas) la administración demostrara lógica, buen sentido, racionalidad y competencia, conseguirían poco a poco que nos fiáramos de ellos y aceptáramos las limitaciones severas, porque sabríamos que se ponen con razón.
Pero como no es así, lo que ocurre en la práctica es que nos cuestionamos todas y cada una de esas limitaciones, pues, visto que en muchas de ellas no hay lógica en su aplicación, inferimos que en ninguna la hay.
Claro que, luego nos atizan con el palo, y, ¡hala!, todos a agachar la cabeza.