Alonso con todos los honores. GP de Europa 2012

A los acordes de ese himno al que cada español pone la letra que le apetece, hoy hemos visto llorar en lo más alto del podio a Fernando Alonso, un gran campeón. Junto a él, formando un trío incomparable, Kimi Räikkönen y Michael Schumacher: Kimi, campeón con Ferrari en aquel 2007 en el que McLaren se empeñó en regalar un título que tenían conquistado, y Michael, el mito que, habiendo conquistado siete veces el Olimpo, decidió hace tres temporadas convertirse de nuevo en hombre y volver a batirse por un espacio que hoy, al fin, ha vuelto a pisar.

Su tercer puesto confirma que, quien tuvo, retuvo y guardó lo suficiente para merecer hoy el mismo respeto que infundió hasta 2004, cuando, vestido de rojo, cayó destronado por ese gigante que hoy ocupa la plaza que él abandonó en 2006.

Vestidos de colores distintos, pero con el “rojo Ferrari” como vínculo indisoluble en su corazón, los tres pilotos se han abrazado en triunfo y con ellos, Andrea Stella, el ingeniero de pista de Fernando Alonso. Nadie mejor que ellos dos, después del desastre del sábado, para representar a Ferrari sin ningún sentimiento de culpa.

Fallo de estrategia, exceso de confianza, o impotencia de la máquina para clasificar más arriba, lo cierto es que su undécimo puesto en la parrilla condenaba a cualquiera que no fuera Alonso a vegetar sin ninguna esperanza de alcanzar el podio en un circuito como el valenciano, donde adelantar en pista parecía misión imposible hasta ayer mismo.

Pero esta temporada 2012 todos los hados, todos los elementos y algunos dioses parecen confabularse para hacerla irrepetible.

Lo que ha conseguido hoy sobre el “Valencia Street Circuit” es obra de alguien con una inteligencia y determinación superiores, alguien dispuesto a dar siempre el 120 por ciento, convirtiendo en ganador un monoplaza mal concebido. Un bólido que mejora, porque tiene mucho que mejorar, pero lo hace con sobresalto, a trompicones, quizás a golpe de intuición, cuando lo que se impone es talento y método, eso que en Red Bull y en otros equipos parecen aplicar naturalmente.

Vettel nos enseñó el sábado su dedo más orgulloso, después de jugarse la pole a una sola vuelta. Perfectos, el hombre y la máquina. Hamilton a tres décimas, mostrando también su intención de repetir título. Y, detrás, toda esa nómina de gente valiente que muestran un Gran Premio tras otro que no están ahí de relleno. La 11ª plaza de Alonso parecía mejorable, pero no tanto.

El semáforo verde del domingo ha visto salir como un relámpago a ese Ferrari perezoso de la tarde anterior. Tres puestos ganados en la primera vuelta en un circuito tan poco generoso es un paso adelante. Pero, los de “al lado”, también aprietan lo suyo, aquí no hay “mancos”. Jóvenes promesas como Maldonado, Grosjean, Hulkenberg, Kobayashi o Di Resta, se entremezclan en la lucha por las primeras posiciones frente a glorias consagradas como Vettel, Hamilton, Räikkonën, Button, Alonso o Schumacher.

De nuevo, Vettel, ajeno a peleas en el patio trasero, se destaca como a él le gusta, nadie por delante, nadie por detrás. Cuando comienzan las entradas en bóxes, Alonso se abre paso ya hasta la quinta plaza que tenía Maldonado.

En la vuelta 28 hace su aparición el “Safety Car”, por el encontronazo entre Kovalainen y Vergne. Vettel, que viajaba seguro y confiado, ve cómo su amplia ventaja se difumina y cómo empiezan los movimientos tácticos. Con el Safety como guardián del armisticio, en la vuelta 30 entra Vettel a “recargar el arma”. Cuando el árbitro lo decida, todos los contendientes pelearán con las gomas renovadas.

Se reanuda la batalla y, en la vuelta 34, Alonso devora a Grosjean y se produce lo inesperado, ¡¡Vettel con problemas!! El rival más directo, en la cuneta. Alonso no tiene ya que dar alcance a nadie, ahora pasa de perseguidor a perseguido y, por detrás, vienen Hamilton y Räikkönen. El recuerdo de Canadá tiñe de preocupación al clan ferrarista, pero hoy, decididamente, los dioses están de su parte. Quedan muchas vueltas, pero el asturiano de rojo es buen administrador de la ventaja.

Milagrosamente, el calor tórrido del “Street Circuit” no derrite los Pirelli, que se comportan como deben, no hay sorpresas ni desvanecimientos. Se mantienen las distancias y Alonso se aproxima poco a poco a ese horizonte que parecía inalcanzable, la suerte le está devolviendo cosas que otras veces le ha robado. En plena pelea, Räikkönen pasa a Hamilton y se coloca segundo. Una vuelta después (en la 56), Maldonado (agresivo) y Hamilton (avaro) se encuentran y se enganchan, dejando a Schumacher en posición de podio.

La bandera de cuadros permite que Fernando Alonso firme una de sus victorias más hermosas. Una bandera de España pasa a las manos de nuestro campeón, que rinde homenaje a una afición que se está restregando los ojos, asombrados por lo que han vivido en directo.

Mientras llega el vencedor a la ceremonia del podio, Räikkönen y Schumacher disfrutan compartiendo el momento y los recuerdos. Abrazos de rivales y compañeros de lucha reencontrados, un Campeonato del Mundo de Fórmula 1 incomparable y un Alonso emocionado, llorando de alegría y, quizá, de rabia por no tener aún el arma que necesita.

Tras ocho pruebas disputadas, Alonso es líder provisional del mundial (111 puntos), con Webber segundo (91 puntos), Hamilton tercero (88 puntos) y Vettel cuarto (85 puntos). Son el anuncio de un verano caliente. ¡¡Viva la Fórmula 1!!