Fórmula 1 2012. Todo aún por decidir
Hay que reconocerle a Bernie Ecclestone, virtudes y defectos aparte, una gran habilidad para llevarnos a su terreno. Ha sido capaz de organizar un campeonato con 20 pruebas y que nos parezca corto. Si lo ve productivo, no os preocupéis, nos dará más. Ya hemos devorado la mitad del pastel en la temporada 2012 y esperamos impacientes la próxima ración. Algo muy adictivo debe tener para ello.
Todo empezó el pasado mes de marzo en el G.P. de Australia, con Jenson Button sacando a relucir su “Sable plateado”(*) para anotarse la primera victoria de un campeonato con una pretemporada tan extraña que, algunos, llegamos a pensar si, lo que nos venía encima, era la “guerra en broma” o el circo.
Pronto vimos que no, al “sablazo” de Button respondió Fernando Alonso, hábil y audaz, a golpe de ”kris malayo” en Sepang. Una batalla donde se aliaron los personajes de Emilio Salgari con los dioses de la lluvia y de la suerte, para que el Ferrari de Alonso no quedara desnudo en su mediocridad conceptual.
Bajo el cielo plomizo de Shanghai fueron las auténticas “Flechas de Plata” de un renacido equipo Mercedes las que volaron al triunfo. Sobre las notas del “Deutschland über Alles”, el joven Nico Rosberg, alemán de adopción, reivindicó para la marca germana el regreso a los días de gloria.
Bahrein, desértico en medio del desierto, por razones de seguridad, vio el regreso de las burbujas y Sebastian Vettel. Dedito en alto, subió a un podio donde el champán, como los espectadores, brillaban por su ausencia. Pero él ya venía con las “alas” puestas de casa, a estos chicos de Red Bull no se les escapa una.
Llegaba Barcelona y empezamos a ver que, este año, no se respetan galones ni jerarquías preestablecidas. El más atrevido gana y, el venezolano Maldonado, regalaba su primer triunfo en Fórmula 1 a su patrón, Frank Williams, a sus 70 años leyenda viva sobre una silla de ruedas. Lo conseguía gestionando como nadie los Pirelli, unos neumáticos diseñados para la emoción y la cábala. Schumacher opina de ellos que conducirlos es como viajar sobre flanes o huevos duros.
A los pies de un tipo leal y valiente quedaba todo el “glamour” de Mónaco. Como buen “aussie” (australiano), Mark Webber ganaba peleando dentro de ese pañuelo a cuadros blancos y negros, esencia de la capital mundial del azar refinado que es el trazado monegasco (Las Vegas es otra cosa). Michael Schumacher había “regresado” con su primera “pole-position” después de la leyenda, pero no pudo ser. Fernando Alonso tomaba allí la cabeza del campeonato.
En Montreal se confirmaba lo insólito: siete ganadores distintos en siete carreras seguidas. Nunca antes se había dado esa circunstancia y tenía que ser Hamilton quien, reverdeciendo laureles de su primera victoria en la Fórmula 1 en 2007, se alzara con el triunfo en una carrera menos ajetreada de lo habitual en el circuito Gilles Villeneuve, donde las ruedas de Alonso volvieron a ser “praliné” derretido.
Hasta 2012, el “Street Circuit” de Valencia no había sido generoso con Fernando Alonso ni con el espectáculo. Pero el piloto español, derrochando entrega y valentía sin límites, consiguió uno de sus triunfos más hermosos. Los dioses también lloran y Fernando lo hizo en el podio, sabiendo cuanto había tenido que arriesgar para escuchar el himno español partiendo desde la undécima posición. Alonso había hecho una de esas carreras que forjan leyendas y generan millones de visitas en Youtube, flanqueado por Räikkönen y Schumacher, tres corazones con pasado y presente “rojo Ferrari”.
Con María De Villota en la mente de sus compañeros y todos los ingredientes agitándose en la Q2, Fernando Alonso a punto estuvo de naufragar en el diluvio que caía sobre Silverstone. Charlie Whiting, otras veces tan rácano con Alonso, le salvaba con la bandera roja y, en la Q3, el asturiano daba toda una demostración marcando una “pole” increíble. Una vez más, la gestión inadecuada de su equipo con las gomas le hacían comprender que el G.P. de Inglaterra era un ”horizonte demasiado lejano”.
Para lograr la victoria en el G.P. de Alemania, Alonso ha debido dar otra vez ese 120% habitual que le sitúa al frente del campeonato, esfuerzo cuyo coste emocional solo él conoce. Otra “pole” increíble y otra pelea a zarpazos en Hockenheim para mantenerse en lo más alto sin tener el mejor monoplaza.
La carrera de Hungría está aún tan cerca que es difícil de olvidar. Hamilton llegó a por todas y todas se las llevó sin dar opciones. Su “Sable de Plata” volvía a brillar en la batalla y el guerrero británico no perdía la oportunidad.
Faltan todavía nueve “combates” por dilucidar en esta temporada 2012. Quien mejor dispuesta tenga el arma y mejor templado el ánimo llevará las de ganar. Alonso (164) supera en 40 puntos a Webber (124) y alguno más al resto de perseguidores. Es una renta que, en su poder, le hace parecer favorito, pero en Ferrari ocurren a veces cosas difíciles de entender y la distancia desde el cielo hasta el suelo es muy corta en Maranello.
Cinco semanas de descanso aparente entre el G.P de Hungría y el G.P. de Bélgica deberían ser suficientes para saber lo que tienen que hacer y hacerlo, aunque los demás también cuentan.
(*) Nota del Abuelete del M3: para mí, las auténticas “Flechas de Plata” son las del equipo Mercedes. Una vez devuelta la franquicia a sus dueños, los McLaren-Mercedes son afilados “Sables de Plata”.