Rimac en tiempos revueltos
Hace unos días saltaba la noticia: Un ciudadano estadounidense se había fabricado una metralleta en casa con una impresora 3D, a partir de unos planos publicados en Internet. Una impresora 3D es, dicho rápido, un sistema numérico capaz de moldear físicamente un pedazo de material, a partir de los planos generados con software. Hasta hace no mucho este tipo de máquinas estaban sólo a disposición de empresas con vocación industrial, valían un auténtico dineral y manejarlas requería cursos de formación. Hoy en día, y más en el futuro, cualquiera puede tener uno de estos artilugios en casa, y construir una escopeta, una fuente Zen, un giróscopo o una casa solar. Con la tecnología como con la información pasa lo de siempre: Depende del uso que se dé puede ser algo maravilloso o algo atroz.
Corren tiempos curiosos: Vivimos días en los que es más fácil que nunca pillar a un mentiroso, pero se miente más que nunca. De repente, como con un guantazo de realidad, nos han quitado juguetes que parecían seguros y de por vida. Tiempos raros estos, en los que gracias a Internet y las nuevas tecnologías hay más información, formación y capacidad tecnológica para hacer realidad los sueños que tenemos; más que nunca, en ningún otro momento de la historia de la humanidad hemos sido tan omnipotentes. Y sin embargo, la reacción de la mayoría es protestar, llorar, patalear y correr a pedir qué hay de lo mío, como si la prosperidad fuera un derecho, y no el resultado del esfuerzo y el trabajo individual, como si las leyes de la termodinámica aplicadas a la riqueza se hubieran borrado de nuestras mentes y el derecho a la comodidad fuera algo adquirido per se.
Nos han destetado a la fuerza y sin avisar, y cuanto antes nos demos cuenta de que esos tiempos es posible que no vuelvan, antes saldremos del autoengaño en el que muchos viven, echándole la culpa nada más a los políticos, como si los políticos fueran extraterrestres o seres ajenos a la realidad de un país, un país en el que está demasiado extendida la corrupción y la picaresca, en el que se aplaude el engaño y se chotea del que se esfuerza y trabaja duro… ¿Qué políticos deberíamos de tener? Pues un puro espejo de lo que somos. Escribo esto tras salir de unas jornadas de Google para mostrar cómo los emprendedores pueden utilizar sus multiplísimas (y muchas veces desconocidas) herramientas gratuitas. A unos kilómetros de allí, un montón de gente quiere rodear el congreso. Cerca de ese sitio, Ramón García presenta en una simulación de nochevieja el Iphone 5. No me considero mejor ni peor que aquellos que legítimamente protestan, pero afortunadamente, por lo menos de momento, los tiempos están revueltos, y todavía hay margen para elegir a dónde marcharse. Si al circo, si a protestar, o si a arremangarse.
Mate Rimac.
A veces me da por pensar en los grandes genios de la historia, en filósofos, en polímatas como Leonardo da Vinci, gente con una capacidad mental asombrosa para ingeniar y desarrollar la innovación a través del puro ejercicio de sus mentes, en cualquier materia que emprendían. Normal, ellos no tenían ni de lejos la tecnología de la que disponemos nosotros, así que dedicaban su vida en cuerpo y alma a inventar sobre el papel, a estudiar materias diversas y dispares, a ser sabios, a falta de poder materializar sus sueños. A veces pienso cómo nos verían, desde el cielo, estos personajes: nos verían como bebés gigantes, como personajes pluripotenciales, pero con una capacidad para la constancia y el tesón casi nula, con un umbral ante la frustración tendente a cero…
No, no me he puesto a escribir esto para dar una charla filosófica o política. Lo hago simplemente para que, además de dar una visión particular de estos tiempos, quiero explicarles que hay mucho lugar para la esperanza, como mínimo, como mínimo, tanto como para la desesperanza. La diferencia entre utilizar una impresora 3D para construir una escopeta o una casa solar. Por poner un ejemplo, la historia de un apellido croata: Rimac.
Rimac Automobili (influencia clara de a dónde quiere ir) es una joven compañía automovilística situada en Croacia. Todavía es casi nada, y puede que no llegue a nada. Pero merece atención. Su cara visible es una persona de 25 años, Mate Rimac, que ya lleva unos cuantos dedicado con tesón y única y exclusivamente a cumplir su sueño: Construir un superdeportivo, que además es eléctrico. Es lo que tiene el mundo actual: el talento tiene más posibilidades que nunca de asomar la cabeza si se le da el caldo de cultivo adecuado. Esté en Sillicon Valley o en cualquier lugar con unos mínimos ambientales para que el talento se desarrolle.
El proyecto de Rimac parte de alguno tópicos. El primero, que para crear una marca de coches de nicho, exclusiva, artesanal hay que hacer un súperdeportivo. Esto es así por una pura cuestión de supervivencia: Como los costes se disparan porque no hay fordismo posible, vendemos algo que sea muy exclusivo y muy potente, y por ende muy caro. Yo, que sigo con interés estos proyectos, ya he perdido la cuenta de cuántas marcas de coches artesanales han salido en los últimos años bajo el auspicio de soñadores, y también de vendedores de humo; de hecho de estos últimos han salido tantos a la palestra que mi interés y desengaño con el asunto han crecido enormemente, hasta el punto de concluir que ahora mismo hay más marcas de coches súper caros que público objetivo al que venderlo (Básicamente, la familia real saudí).
Se llama Rimac Concept One
Al margen de la broma, Rimac tiene al menos elementos para ser considerada. El año pasado fue un triunfo, una sensación su aparición en el salón del automóvil de Francfort, y desde entonces ha ido moviéndose con expectación por distintos concursos de elegancia, que es el lugar que se suele utilizar en estos casos para testar el interés de compradores potenciales. Por el momento hay una maqueta móvil, unos planes de fabricación, y supongo que la necesidad de ingestar unos cuantos millones de euros para comenzar a fabricar algo. Entre otras cosas Rimac es una empresa interesante y creíble porque antes de lanzarse a esta utopía fabricó un curioso M3 eléctrico que participó con éxito en un rally de eléctricos que se celebra con cierto éxito en el norte de Italia.
El M3 E30 es de momento el gran logro de la firma. No tienen mal gusto.
El proyecto de súper deportivo.
El Rimac es un coche especial, Un bólido que anuncia la increíble cantidad de 1088 caballos (sí, ha leído bien, mil ochenta y ocho) gracias a sus cuatro motores eléctricos síncronos divididos en dos grupos, cada par por eje. Cada motor tiene su propio regenerador de energía y embrague. Cada grupo motopropulsor mueve una rueda, de forma que los 4 motores conforman un sistema de control del par y de gestión electrónica dinámica totalmente independiente. A su vez, los dos pares de motores están conectados por un sistema común que los gobierna, de forma que el sistema a efectos es un 2×2. Según Rimac, gracias esta configuración cada rueda puede acelerar o decelerar miles de veces por segundo, ayudando a conseguir un manejo extraordinario. Y apostillan: “un motor eléctrico no entiende de retrasos o de pausas por el cambio de marchas”. La aceleración estimada es de 2,8 segundos de 0 a 100, y la punta, no declarada, sobrepasaría con holgura los 300 Km/h. Existe un modo de conducción “normal”, en el que predomina el subviraje, y otro avanzado en el que predomina el sobreviraje. Según Rimac, “esta característica no es sólo una curiosidad tecnológica, sino que mejora la seguridad ya que los motores eléctricos pueden reaccionar de forma mucho más rápida comparado con los sistemas de control dinámico tradicionales como el ESP, que comanda un sistema de frenos hidráulicos”.
Francfort 2011 supuso el espaldarazo. Ahora toca saltar al abismo… o dar pasos atrás.
La firma sita en Zagreb subraya que todo ha sido concebido desde el inicio para un automóvil eléctrico de forma que el chasis y el alojamiento de las baterías están diseñados para tener un centro de gravedad lo más bajo posible.
Y sí, claro, llegamos al asunto de las baterías, el gran quid de todo este asunto. Un grupo motopropulsor tan potente necesita de mucha energía bajo control y bien refrigerada. Al margen de lo muchísimo que les ha costado llegar a una solución que aúne términos como coste, temperatura, peso y fiabilidad, Rimac declara al respecto que se trata de un sistema de celdas de alto rendimiento de 92 Kw capaz de entregar o recibir hasta un megavatio de potencia. En la nota de prensa de Francfort de 2011, declaraba una autonomía estimada de 600 Km, algo asombroso, que en su día (parecido) también declaró el Lightning car, también en fase de desarrollo (otro día hablamos de él).
Rimac pulula actualmente por diversos concursos de elegancia, supongo que con la finalidad de encontrar pedidos para poder iniciar la producción, y eventualmente el capital, para llevar semejante salvajada automovilística a la realidad. Algo que probablemente sea muy difícil, aunque no imposible. Proyectos como éste, en todo caso, reconcilian a uno con la imparable capacidad del ser humano para soñar y hoy, más que nunca, hacer esos sueños realidad.
Proporcionalmente, la trasera es lo que menos convence del diseño, al menos al que suscribe.
De momento el Rimac se pasea por concursos de elegancia, donde señores/as ricos fantasean con tenerlo copa de champagne en mano.
Un detalle del interior. Cámaras como retrovisores y todo pantallas LCD, que restan algo de personalidad al conjunto.