De dioses y hombres
Cuando un Dios abandona su Olimpo y desciende al polvo podemos imaginar que lo hace para ayudar a quienes lo invocan porque creen en «Él» y esperan sus milagros. Durante tres años hemos sido varios los que quisimos entender que esa y no otra era la razón por la que Michael Schumacher abandonaba su retiro dorado después de haberse coronado siete veces Campeón del Mundo de Fórmula 1.
Ross Brawn, el genio astuto de mirada huidiza le llamaba para intentar una nueva gesta, reverdeciendo laureles sobre las renacidas “Flechas de plata”.
Tres temporadas para un nuevo prodigio parecían plazo razonable y, cuando en abril de 2012 volaron las ”Flechas de plata bajo el cielo gris de Shanghai”, con Nico Rosberg y Norbert Haug respirando su triunfo a los acordes del “Deutschland über alles”, el objetivo pareció más al alcance que nunca. El mito había hecho su trabajo y el testigo estaba en manos del porvenir.
Pero, una cosa es la liturgia y otra puede ser la realidad. La salida de Michael Schumacher por la puerta de atrás del Mercedes AMG F1 Team (corteses reconocimientos aparte) parece indicar que no todo era trabajo en equipo y altruismo entre el genio Brawn y el “Káiser”.
A los que aún quisiéramos creer en la existencia de una vena romántica en la Fórmula 1 se nos caen los “palos del sombrajo” con estas cosas. Si no era para redimir a nadie y por causa justa, ¿qué impulsó a Schumacher a romper lazos casi sagrados con Ferrari y saltar a embarcarse en el otro proyecto?
Los que dicen que saben, hablan de reveses económicos en inversiones millonarias, esas razones que pueden llevar a un matador de toros a arrastrar su capa por el albero peleando contra los achaques de la edad y las cornadas del hambre tardía. Si algo de eso le ha ocurrido a nuestro héroe, entendería su apuesta, arriesgando prestigio para recuperar solvencia.
En realidad, regresar rebasados los “cuarenta”, en una forma física insuperable, no era ninguna locura. Compárese el aspecto de Schumacher o de Pedro De la Rosa con el que ofrecían aquellos otros pilotos de leyenda, dominadores de la primera F1 de los años 50: Giuseppe Farina, Alberto Ascari o el mismísimo Juan Manuel Fangio, capaz de conseguir su quinto título ya superados los 46 años. Eran otros tiempos y otras exigencias, pero el “Káiser” parecía capaz de volver a ganar. No ha estado muy lejos y, quizás, aún nos sorprenda con algún ¡¡¡hurra!!! antes de que finalice la temporada 2012.
Cuando abandone su asiento en Mercedes, será muy libre de continuar ganándose el pan día a día en cualquier otro equipo que quiera capitalizar su experiencia, pero entonces habrá perdido su aureola y, su recorrido terrenal, se podría parecer al de aquel Jesucristo retratado por Jardiel Poncela en su novela “La tourneé de Dios”. El blusón de humilde tendero no es el más adecuado para seguir pilotando.
Hablamos de dioses y hombres y, un hombre muy joven, ambicioso y con vocación de llegar a Dios es Lewis Hamilton. Toda una vida bajo el paraguas de McLaren, protegido y niño mimado de Ron Dennis, dando triunfos y sobresaltos a la marca de Woking y jugando peligrosamente en el filo de la navaja hasta este momento en que ha salido de “la casa del padre”, buscando el oro y quizá, algún día, la leyenda.
En esta galería de espejos deformes en que cada año por estas fechas se convierte la Fórmula 1 y nada es lo que parece, el movimiento de Hamilton resulta, cuando menos, sorprendente. Ya se venía rumoreando, aunque parecía más un elemento táctico de negociación para elevar algún precio que realmente una posibilidad.
La brillantez del británico, su ambición y agresividad a los mandos del McLaren son virtudes reconocidas. Ahora que los bólidos de Martin Whitmarsh han conseguido esa cualidad de “Sables de plata”, capaces de rasgar con su filo la coraza de cualquier adversario, Hamilton y Button, todo “english”, parecían la cordada perfecta para alcanzar la cumbre, algo lejano salvo en 2008, con el mismísimo Lewis.
Pero, bajo el brillo de la plata, las aguas bajan turbulentas, el juego de astucias se ha convertido en doloroso divorcio y quizás unos y otros lo lamenten algún día.
Para Ron Dennis ha debido ser un desgarro ver partir al hijo pródigo, ese en quien había puesto todas sus esperanzas y por el que había arriesgado y perdido triunfos seguros, poniendo al recién llegado en modo “tanto monta, monta tanto” frente a Fernando Alonso, un español que había conquistado dos títulos mundiales y parecía destinado a romper estadísticas sobre un McLaren MP4.
Para Lewis Hamilton, además de dinero, no sabemos si mucho o poco más que en “casa del padre”, la ambición de heredar el asiento de un dios puede llevarle a sacar de sí mismo todo lo mejor de su capacidad como piloto, pero tendrá que demostrarlo con hechos. Hasta este momento de la temporada, su radiografía de resultados tiene muchos brillos y demasiadas sombras.
Tres victorias (Canadá , Hungría e Italia), tres terceros (Australia, Malasia y China), quinto en Mónaco, octavo en Bahrein, España y Reino Unido, decimonoveno en Valencia y tres abandonos (Alemania, Bélgica y Singapur) son importante bagaje (debilidades mecánicas de su McLaren aparte), pero también inquietante fragilidad en los resultados finales.
¿Es eso lo que necesitan Ross Brawn y Mercedes en este momento? La respuesta en 2013.
martes, 2 octubre 2012 a las 16:52
Además de ser aficionada a la F1, soy aficionada a la lectura. En sus artículos encuentro una fusión perfecta entre estas dos aficiones mías. Es un placer leer lo que acontece en las carreras narrado de esta forma tan amena y añadiendole un acertado toque literario que engancha. Enhorabuena por el articulo!
martes, 2 octubre 2012 a las 20:07
Hola Minnie, bienvenida a Autolimite y muchas gracias por tu comentario.Te confieso que compartimos debilidades, la Fórmula 1 y la lectura. Soy apenas un «juntaletras» que piensa que hay que intentar contar las cosas desde un ángulo algo distinto. Para la estadística ya tenemos Internet. Si encuentras en mis relatos alguna sensación gratificante, será, para mí, la mejor recompensa y justificación para seguir intentándolo. Un cordial saludo.El Abuelete del M-3.
martes, 2 octubre 2012 a las 17:22
Ron Dennis ha debido de sufrir un deja vu al ver cómo su delfín se marcha de casa cuando tiene la opción real de ser campeón del mundo otra vez.
La historia se repite 30 años después. Veremos si Hamilton hace de Senna.
martes, 2 octubre 2012 a las 20:14
Incomprensible. Sin negarle a Hamilton ningún mérito, no le veo con el mismo carisma que a Senna.Tiempo al tiempo.
miércoles, 3 octubre 2012 a las 15:51
Maravilloso el artículo, Abuelete… como siempre un placer leer o una crónica de una carrera o este articulo que es una reflexión en alto de una serie de movimientos que han sorprendido incluso a alguno de los implicados. Comienza el baile de pilotos,- y aunque es obvio con quién me gustaría a mí que bailara la más fea-, creo igual que tú que las razones de los Dioses para abandonar el Olimpo, no siempre son altruistas, pero deberían ser justificadas… poderoso caballero es Don Dinero…. un beso y seguiré leyendo.
miércoles, 3 octubre 2012 a las 19:37
Hola Charo, ¿sabes una cosa? lo que más me agrada de tu comentario es observar que empiezas a tener opinión. Tú, que te habías declarado párvula de conocimientos «formuleros» enjuicias acertadamente y ese es un triunfo que me permito anotar en mi casillero. Estamos en un tiempo en que hasta los dioses pasan su factura y por lo que vemos, Schumacher no es una excepción.Hace varios años, ya retirado,fué muy comentada una divertida anécdota del «Káiser» que me permito refrescar. Michael y su familia debían tomar un vuelo, salían de casa muy justos de tiempo y Schumacher le pidió al taxista que le dejara a él conducir para intentar llegar a tiempo. El taxista se sentó en el «bacquet de la derecha» y es fácil imaginar el subidón de adrenalina que «disfrutaría» mientras «Schummi» iba devorando rotondas con el taxi de costadillo hasta llegar a la terminal.Con el importe de la carrera, nuestro héroe obsequió al emocionado taxista con ¡¡50€ de propina!! A que parece una buena recompensa!!…ser copiloto del rey de la Fórmula 1, comentarlo con los colegas, algún autógrafo si no fuera por las prisas…Lo mejor de todo fué cuando el taxista descubrió que sus neumáticos estaban en las lonas después del «rallye»… Cuentan las malas lenguas que los 50€ no fueron bastante para pagar la reposición ni aprovechando una oferta 3X2 en Tiendas Aurgi. Cosas de dioses y hombres.Con afecto, el Abuelete.