De los cuatro “Pilotos de leyenda”, con cuya memoria Autolímite ha querido reflejar lo que fue una de las épocas más apasionantes del automovilismo deportivo durante la década de los años 30, Bernd Rosemeyer fue el último en llegar y el primero en caer, abatido sobre el cemento de una autopista alemana.
Terminaba el mes de Enero de 1938 y, en Berlín, toda Alemania despide y lamenta la súbita desaparición de uno de sus nuevos dioses. El cuerpo sin vida del piloto que, durante tres años vibrantes, había conseguido como ninguno enardecer a las masas de un país que buscaba en cada acto colectivo una reafirmación de su pretendida superioridad racial, recibe con honores militares el homenaje que el régimen nazi reserva a sus hijos más distinguidos.
Bernd Rosemeyer, miembro de honor de las SS con el grado de capitán (SS-Hauptsturmfürer), es uno de ellos. Su incorporación a un cuerpo armado que muy pocos años después aterrorizará al mundo con sus desmanes, hay que atribuírselo a su máximo dirigente, el “Reichfürer” Heinrich Himmler, e interpretarlo como parte del precio que el nacionalsocialismo impuso a sus héroes.
Sus verdaderos galones los había conquistado “combatiendo” aún en tiempo de paz, sobre el trazado de los circuitos, en batallas disputadas a velocidades de asombro, en unos años en los cuales los cañones, todavía, disparaban únicamente salvas de fogueo en las grandes concentraciones organizadas por el régimen y como señal de partida en algunas de las carreras de Grand Prix que se disputan en los circuitos alemanes.
Este último acto de la tragedia había comenzado en la mañana del 28 de Enero de ese año 1938. En la autopista que une Frankfurt y Darmstadt, se estaba produciendo un desafío entre dos marcas (Auto Union y Mercedes-Benz) que, con sus respectivos “bólidos de plata”, se disputaban la supremacía en el deporte del automóvil de la época para batir un récord de velocidad.
Sobre esa denominación de “Flechas de plata” que el tiempo ha adjudicado a Mercedes de manera exclusiva, hay bastante leyenda y alguna confusión. Esos dos kilos de pintura que supuestamente sobraron en algún momento en la báscula para que el peso de los bólidos de Mercedes se adaptase al reglamento de la Fórmula 750 (750 kg de peso máximo), han motivado ríos de tinta y una buena justificación para algo bastante menos romántico.
Diversas fuentes contradicen al entonces patrón de Mercedes, Alfred Neubauer, y señalan que fue una “sugerencia” del régimen nazi la que impuso el brillo del aluminio desnudo, tanto en los bólidos de Mercedes como en los Auto Union. La nueva Alemania nazi vestía así a sus “guerreros” con la coraza brillante de sus leyendas nibelungas.
Como prólogo del “Berlin Automobile Show” de 1938 se había programado la celebración de unas jornadas en las que Mercedes y Auto Union tratarían de batir todos los récords de velocidad vigentes en ese momento y afirmar su supremacía en el permanente desafío que mantenían desde 1934.
NOTA: la historia de Bernd Rosemeyer entre los años 1936 y 1938 continuará en la parte II.
sábado, 24 agosto 2013 a las 13:08
Fue uno de los grandes cuando estuvo Neubauer.La mala suerte impidió muchos mas éxitos.
Me parecen superimportantes estas publicaciones para que la gente conozca la F1 desde antaño.
sábado, 24 agosto 2013 a las 19:52
Hola Jose Antonio,fue una pena que desapareciera tan joven, porque, por edad, de haber sobrevivido a la guerra, seguro que habría sido un piloto importantísimo dentro de la Fórmula 1 a partir de 1950 apenas habría llegado con 40 años y esa era la edad de muchos de los que la empezaron, Farina, Ascari, el mismo Fangio…
Me he decidido a publicar estos relatos porque creo que pueden tener algún interés para los buenos aficionados y cualquier esfuerzo me parece justificado si se trata de ganar adeptos a nuestra pasión y porqué no decirlo, a estas páginas de Autolímite, donde además de buenos amigos, tienes todo el espacio que te apetezca para tu opinión, por algo J.A. Zorrilla,querido » zorro», eres una joven «institución» en el automovilismo nacional y uno de los que mejor y más rápido llevaron el parasol de PUB SEIS PENIQUES.