En la temporada de 1970, Jackie Stewart abandonaba el equipo Matra para fichar con el equipo de Ken Tyrrell. Así pues, también cambiaba de coche, dejando el Matra-Ford MS10 que le permitió conquistar su primer título el año anterior por un nuevo March-Ford 701.
Capricho o conveniencia, no dejaba de ser una opción arriesgada confiar en un fabricante de lo que dio en llamarse “British Kit Car”, un concepto de monoplaza en el que el chasis debía asociarse al motor Ford Cosworth DFV 3.0 V8, confiando al mismo tiempo en la capacidad de gestión propia, pues además, el fabricante no tenía estructura para ofrecer una asistencia integral a ningún equipo.
Algo casi inimaginable en la actualidad, era un recurso de patrones como Ken Tyrrell, Frank Williams o John Surtees, antes de optar por diseñar ellos mismos sus propios monoplazas.
La temporada 1970 dio comienzo en el habitual Gran Premio de Sudáfrica, donde Stewart, portando el dorsal número 1 de campeón, marcó la “pole-position” y finalizó la carrera en tercera posición.
La cita siguiente fue el 19 de Abril, para celebrar el Gran Premio de España en el Circuito del Jarama. El autor de estas líneas vivió en vivo y en directo uno de los espectáculos más impactantes de su experiencia como aficionado, pues estaba situado justo allí, en la “Horquilla de Bugatti”, donde en la vuelta inicial, tras pasar los primeros participantes con el March-Ford de Stewart encabezando el pelotón, vimos aparecer el BRM blanco de Jack Oliver cortando desenfrenado la trazada, para ir a impactar contra el Ferrari rojo de Jackie Ickx, al que desplazó hasta el arcén superior, incendiándose ambos de inmediato con toda su carga de gasolina.
En aquel caos de llamas y humo, muy cerca de una cámara de TVE, el resto de los participantes aparecían una y otra vez, derrapando sobre el riachuelo mezcla de agua y espuma creado por los extintores y las mangueras anti incendios, buscando el desnivel y sorteando al tiempo el propio monoplaza de Ferrari que había quedado atravesado en medio de la pista.
Ese día pude contemplar gestos de heroísmo que aún hoy, más de cuarenta años después, siguen mereciendo mi admiración y respeto, como el de aquel policía armado (uno de los denostados “grises” de la época) que ayudaba con su gorra de plato a sofocar las llamas del mono de Jacky Ickx. También el arrojo de Andrés Mas, un comisario de pista resolutivo y enérgico, apartando con sus propias manos una llanta al rojo vivo (al precio de una marca indeleble), un certificado de valentía del que pudo hacer honor hasta su jubilación, muchos años después.
Un derroche de adrenalina en una carrera de las que fijan a la afición, asegurando el llenazo del entonces recién estrenado Jarama hasta su canto del cisne en la Fórmula 1, con otra carrera imborrable en 1981.
Pero estamos en 1970 y Jackie Stewart (March-Ford) se alza con el triunfo, completando las 90 vueltas de una carrera que no se interrumpió en ningún momento y acabó con un giro completo de ventaja sobre el segundo clasificado, Bruce McLaren (McLaren-Ford), mientras Mario Andretti (March-Ford), tercero, Graham Hill (Lotus-Ford), cuarto, y Johnny Servoz-Gavin (March-Ford), quinto, fueron los únicos clasificados de la misma.