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Madrid Motor Days, un viaje con regreso al pasado

Un relato de El Abuelete del M3 - 26 enero 2014

He de confesar que entrar al pabellón del recinto ferial donde se celebró la primera edición del “Madrid Motor Days” (20 de diciembre de 2013 al 5 de enero de 2014) significó para mí la emoción de iniciar un viaje de regreso al pasado. Aunque había programado hacerlo en compañía de un grupo de amigos asturianos del “feibús”, por causas ajenas a su voluntad (luego dicen que el avión es lo más rápido), hube de iniciar la visita sin ellos.

Nada más emprender mi viaje, no tardé en tener el primer encuentro agradable. Teo Martín, uno de los principales impulsores del evento y propietario de la mayor parte de las “joyas mecánicas” expuestas, estaba explicándoles a unos aficionados canarios los detalles técnicos de la rehabilitación de una de las bestias sagradas de la muestra.

Conozco a Teo desde que me vendió aquel primer BMW M3 E30 con el que introdujo en mí una pasión nueva, que con el tiempo me ha terminado transformando en “El Abuelete del M3”.

Hoy estaba descubriendo la dimensión real de su obra, una tarea sorprendente de recuperación del pasado del automovilismo deportivo de los últimos decenios, centrada para esta ocasión (tiene mucho más) en haber sabido revivir los coches de rallyes que arrastraron a las cunetas a millones de espectadores, en aquellos años dorados del “Grupo B”.

Desconozco exactamente el grado de “pureza de sangre” de cada una de las unidades. Me consta, porque el mismo Teo lo ha dicho, que en algunas se han visto obligados a replicar parte de sus elementos, pero no importa, lo que aparece ante nuestros ojos y provoca la descarga de nostalgia y adrenalina, son auténticas obras de arte, esculturas de las que, cada vez que les activan el motor de arranque, surge el bramido furioso de la bestia original.

02_Madrid-Motor-Days_amigosSobre las brillantes carrocerías lucen las pinturas de guerra que portaron en las batallas y, a sus costados, nombres míticos de guerreros que las guiaron a la victoria y nos hicieron vivir momentos irrepetibles, volando sobre los rasantes del Rally 1000 Lagos de Finlandia o deslizando en los siempre imprevisibles tramos de Montecarlo.

Sobre los colores inconfundibles del Renault 5 Turbo “Tour de Corse”, aparecen rotulados los nombres de Carlos Sainz O+ y Antonio Boto B+, santo y seña del Rh de corazones que latieron al unísono en cada curva, rasante o meta, en rallyes de nombres míticos, en los que siempre persiguieron y, muchas veces alcanzaron, el triunfo.

Aparece de nuevo grabado el nombre de Carlos Sainz, acompañado ahora por Luis Moya, sobre monturas tan dispares como el Ford Sierra RS Cosworth con el que ganaron el Campeonato de España de Rallyes de 1988 o el primer Toyota Celica GT-Four, con el que alcanzaron la gloria en el Mundial de Rallyes de 1990. Junto a ellos, están dos desafiantes Lancia Delta Grupo A, también Campeones del Mundo: el Delta HF 4WD de 1987 y el Delta HF Integrale “Deltona” de 1992, ambos pilotados en su día por Juha Kankkunen.

Solo echo en falta el testimonio del paso de Sainz por Lancia, Subaru y Citroën, aunque vemos la referencia de su nombre a lomos del Ford Focus WRC de Telefónica (2001). Tampoco estaba en la muestra aquel Toyota Corolla WRC de 1998, el origen del mayor disgusto deportivo de nuestro doble campeón mundial y del famoso “trata de arrancarlo, Carlos, ¡¡por Dios!!”



Nota: Los precios reflejados en esta información corresponden a la fecha de publicación.

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