Del terrible accidente de Niki Lauda en el GP de Alemania de 1976, relatado en el anterior capítulo, añadiremos algún detalle más. El viejo Nürburgring, escenario inigualable de grandes gestas del automovilismo, ya no respondía a las características estructurales impuestas por la Fórmula 1 de aquellos años.
Su excesiva longitud y la dispersión de los participantes en sus casi 23 km de recorrido le restaban emoción y espectacularidad. Además, la dificultad de articular un sistema eficaz de asistencia en los inevitables percances de la competición, llevaron a muchos pilotos a cuestionar su vigencia, Niki Lauda y James Hunt entre ellos.
Dicha actitud no fue bien acogida y, algunos medios de prensa, apelando a la fuerza de la tradición y las leyendas del pasado, descalificaban lo que entendían como una muestra de ablandamiento, cuando no de cobardía.
Sería el propio Lauda quien, a su propia costa, demostraría con su dramática experiencia la necesidad de terminar con aquella locura.
Aquel primero de agosto de 1976, debido a la lluvia siempre caprichosa en el bosque de Eifel, se retrasó la salida hasta que la organización consideró la prueba como carrera mojada o con lluvia (“Wet Race”).
Al posicionarse en parrilla, la lluvia había cesado y, aunque el asfalto estaba todavía mojado, apuntaba ya condiciones de rodar con neumáticos “slick” sin dibujo. Tan solo Jochen Mass (McLaren-Ford M23) tomaba la decisión de comenzar la carrera con neumáticos de seco y, nada más completarse la primera vuelta, 11 de los 26 coches que habían tomado la salida, entre ellos Niki Lauda y James Hunt, entraron a cambiar sus neumáticos.
Poco después, en un rápido viraje a izquierdas, unos metros antes de llegar a “Bergwerk”, el Ferrari 312 T2 de Lauda perdía la adherencia en el eje trasero e iniciaba un trompo descontrolado contra las protecciones. Tras colisionar, el monoplaza salió rebotado hasta el centro de la pista y quedó envuelto en llamas.
Guy Edwards (Hesketh-Ford) consiguió esquivarle y detuvo su coche para intentar auxiliarle, sin embargo, no lo consiguieron Harald Ertl (Hesketh-Ford) y Brett Lunger (Surtees-Ford), que acabaron embistiendo el Ferrari 312 T2 de Lauda.
Sin medios adecuados, el fuego impedía a estos tres pilotos y a un comisario socorrer a Lauda eficazmente y, Arturo Merzario (Wolf Williams-Ford FW05), fue el único que se lanzó literalmente sobre las llamas para sacar del monoplaza al piloto de Ferrari. Quemándose las manos, Merzario conseguía abrir el anclaje de los cinturones de arnés de seis puntos, extrayendo a Lauda exhausto, con el mono ignífugo y el casco literalmente devastados por un fuego que le causaba quemaduras de extrema gravedad en su cuerpo.
La secuencia había sido captada en toda su intensidad por un joven aficionado y su filmación en 8 mm ha sido visionada millones de veces desde entonces.
Mientras Lauda era trasladado al hospital, James Hunt (McLaren-Ford M23) obtenía la victoria en el GP de Alemania de 1976. El accidente de Niki Lauda marcaría el final del circuito de Nürburgring dentro del calendario del Campeonato del Mundo de Fórmula 1 pues, en la siguiente temporada (1977), la prueba alemana pasaría a disputarse en el circuito de Hockenheim.
lunes, 14 octubre 2013 a las 3:23
Que valientes,meterse en esos bólidos. Abuelete, eres un fiera con las carreras.
lunes, 14 octubre 2013 a las 9:24
Hola Elena, realmente eran valientes aquellos pilotos, como lo fueron los que lo hicieron muchos años antes (había que estar rematadamente locos) y como lo son ahora .Lo que ocurre es que las técnicas avanzan y se va mejorando la seguridad de forma que actualmente lo normal es que los accidentes no tengan consecuencias graves, mientras que en la época de Lauda y Hunt, lo dice Lauda en la película RUSH, lo normal era que cada temporada murieran una media de dos pilotos y en los años 30 lo «normal» era que murieran dos en cada carrera. De todo ello puedes enterarte si aprovechas algún rato libre para leerlo en «Pequeña historia de la Fórmula 1» que editamos en esta web. Gracias por tus elogios, hacemos lo que nos gusta lo mejor que sabemos. Un abrazo.
lunes, 20 enero 2014 a las 8:36
Acabo de terminar de ver Rush y no estaba familiarizado con la historia de Niki Lauda y James Hunt puesto que nací en los 90s y nunca había escuchado de ella. Pero debo admitir que la película me pareció una obra de arte, la historia me atrajo enseguida. Ver como el éxito de uno llevaba al otro a pasar sus limites con tal de superarlo y viceversa. Lastima que la película no este nominada a los Oscars porque se lo merece. Y, si así fue la película, no me puedo imaginar como debió haber sido en la vida real. Presenciar la rivalidad entre Lauda y Hunt debió haber sido dichoso. Al menos tenemos la oportunidad de familiarizarnos con esta gran historia a través del cine. Buscando información acerca de ellos, me encontré con estos artículos que me parecieron excelentes. Felicitaciones, amigo. Saludos.
lunes, 20 enero 2014 a las 9:31
Hola Jose David, gracias por tus elogios, tuve la suerte de vivir aquel enfrentamiento y es cierto que alcanzó la «temperatura» que refleja la película. En un tema tan difícil de tratar cinematográficamente, «Rush» es una de las pocas excepciones que reflejan de forma muy convincente lo que se narra en ella, pena la falta de nominación, pero a los aficionados, esta película y el «docudrama» sobre Ayrton Senna nos han hecho disfrutar y conocer a esta casta de semidioses. Hubo un «después» de «Rush», que tengo pendiente de publicación en estas mismas páginas ya que la peripecia deportiva de Niki Lauda se extendió hasta conseguir su tercera corona, ya en 1984,si te animas a seguirnos en Autolímite, será un placer ponerla a tu disposición. Un saludo muy cordial.