Porsche fue la primera marca que introdujo un motor turboalimentado en un coche de producción en serie. El primer Porsche 911 Turbo (bajo la denominación 930) apareció en 1974, con un propulsor bóxer 3.0 Turbo de 260 CV de potencia. En 1977 llegaba el Porsche 911 Turbo 3.3 con intercooler y 300 CV, mientras que el siguiente 911 Turbo 3.3 (Serie 964) se comercializaba a partir de 1990 con 320 CV, para alcanzar posteriormente los 360 CV al incrementar la cilindrada hasta 3,6 litros.
La tercera generación del 911 Turbo (Serie 993) aparecía en 1995 con tracción a las cuatro ruedas y 408 CV de potencia, gracias a la introducción de dos turbocompresores en su motor de 3,6 litros, aunque posteriormente llegó a desarrollar hasta 450 CV gracias a un paquete de potenciación ofrecido por la marca alemana.
El Porsche 911 Turbo de la Serie 996 entraba en acción en 2000, con un nuevo motor bóxer 3.6 biturbo que utilizaba por primera vez la refrigeración líquida y ofrecía 420 CV de potencia, dejando paso al siguiente 911 Turbo (Serie 997) en 2006. Este modelo introducía por primera vez en su motor bóxer 3.8 unos turbocompresores de geometría variable, que permitían mejorar la curva de potencia a cualquier régimen y alcanzar 480 CV. A partir de 2009, el propulsor bóxer 3.8 biturbo recibía una nueva alimentación mediante inyección directa y elevaba la potencia hasta los 500 CV.
Todos los Porsche 911 Turbo se han ofrecido con carrocería coupé y descapotable, además de aparecer las versiones «S» (con mayor potencia) y las versiones «GT2» (con especificaciones próximas a la competición).
En 1986, Porsche ponía a la venta en edición limitada el Porsche 959, un modelo desarrollado sobre la base del Porsche 911 Turbo pero completamente evolucionado a nivel tecnológico, con tracción total de reparto activo, suspensión de altura variable y un motor bóxer 2.8 biturbo que desarrollaba 450 CV a 6.500 rpm.
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