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Zona límite » Los relatos del abuelete del M3

Segundos catastróficos

Un relato de El Abuelete del M3 - 13 mayo 2012

Viendo en el canal del National Geographic un programa de la serie “Segundos catastróficos”, en el que se exponen y desarrollan los antecedentes de situaciones que, cinco minutos después se convirtieron en tragedia, no he podido evitar recordar algo que me ocurrió hace más de cuarenta años y reflexionar sobre el azar de algunas decisiones que se toman en esos “cinco minutos” previos y que resultan determinantes en el ”momento de la verdad”.

El verano de 1970 fue pródigo en acontecimientos familiares. Ya he contado en otro relato las 17 horas de “aquel viaje interminable hacia la felicidad”, encarnada en diez días a la orilla del mar en Benidorm (Mucha carretera y un solo carril).

Con la gasolina a menos de 10 pesetas/litro, cualquier ocasión era buena para ponerse al volante de mi precioso Renault 8 TS amarillo (adquirido en el verano del 69) y, cualquier domingo, encontrábamos pretexto para recorrer hasta 300 kilómetros buscando una sombra fresca donde extender la manta y pasar el día disfrutando de nuestros hijos .

Son escenas tomadas en viejo celuloide de 8 mm y, años después, convertidas a vídeos que esperan su rescate, no olvidadas, pero sí guardadas en alguna caja insuficientemente señalizada de la última mudanza.

En Extremadura los veranos son largos y, el del 70, mucho más. Eran días sofocantes, la carretera abrasaba y al final del viaje, a mediados de Septiembre, la piscina municipal de aquel pueblo a orillas del río Ruecas era un rincón del paraíso antes de vestirnos para la ceremonia.

Tres años antes, mi primer coche, un Renault Gordini, había servido como coche nupcial, llevando a otros recién casados a una corta luna de miel que acabó felizmente, como he relatado en otro espacio de Autolimite (El Renault Gordini y la serpiente).

En esta ocasión, utilizamos el Renault 8 TS para llevar a los novios a Don Benito, en donde se hicieron las fotos de estudio correspondientes. Y aquí, sin saberlo todavía, la suerte empezó a jugar a nuestro favor.



Nota: Los precios reflejados en esta información corresponden a la fecha de publicación.

  • 4 comentarios

    • Andrex dijo:

      Pues cuanto me alegro de que no aceptaras el regalito¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡lo bueno de todo esto es que se pueda contar ,porque hasta de cosas catastroficas se puede ,que coño»’se debe aprender
      saludos¡¡¡¡¡¡¡¡

    • El Abuelete del M3 dijo:

      Hola Andrex,si llego a aceptar el «regalito» posiblemente la historia hubiara acabado de forma muy diferente. Aquel accidente me reafirmó en la necesidad de ser muy exigente con las medidas de seguridad. En mis coches , cuando se implantó el cinturón para las plazas traseras, hasta «Currito», un loro que nos acompañó casi cuarenta años,viajaba con su jaula asegurada por el cinturón correspondiente.Y si alguien, alguna vez se resistió a ponérselo,mi coche no se ponía en marcha.Un cordial saludo.

    • CLEOPATRA Y SU BUGA. dijo:

      Hola Abuelete!!ya estoy por aquí otra vez…Oye, como puede ser una suegra tan imprudente? O es que tenía algo contra tí?. Menos mal que la garrafa se quedó fuera. Y eso del loro «Currito»,¿no tienes alguna foto con el cinturón puesto? jajajaaaaaa.

    • El Abuelete del M3 dijo:

      Hola Cleo, no creo que mi suegra tuviera nada contra mí. Como no fuera que quisiera castigarme por aquella vez que se sentó en el asiento del copiloto en el Renault Gordini y sin querer la levanté la falda hasta el refajo al marcar la cuarta velocidad.Pero no creo, la venganza es una sopa que se toma en frio, pero con sus nietos dentro…Fué simplemente que ella no sabía que los coches a veces vuelan. En cuanto a Currito, hay fotos pero ninguna dentro del coche.Después del primer viaje, aprendió a colocarse con tres puntos de apoyo agarrado con las dos patas y el pico a los barrotes de la jaula para evitar las vueltas sobre sí mismo, aferrado al palo en cada frenazo. ¡¡Todo un personaje!!

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