Por fin, Ayrton Senna había conseguido en 1988 su primer título mundial al volante del McLaren-Honda MP4/4. Y no había sido fácil tener como compañero a un Alain Prost en permanente agravio, tampoco un buen pronóstico para el futuro.
De cualquier forma, aquel invierno de su primer título decidió disfrutarlo en el verano de su Brasil natal, cosas curiosas de los hemisferios. Mientras el nuevo campeón se bronceaba saboreando la victoria como la más exótica de las frutas tropicales, en la fría Europa el equipo McLaren ponía a punto sus armas para la temporada de 1989, con Alain Prost realizando casi todo el trabajo, en una situación de claro enfrentamiento con el patrón Ron Dennis.
La temporada comenzó con el Gran Premio de Brasil, en el circuito de Jacarepaguá, pero “jugar en casa” no le sirvió de mucho a Senna, a pesar de haber marcado la “pole”. Apenas transcurridos unos segundos en la salida, una confusa maniobra del propio Senna motivó una situación límite en la que se vieron envueltos su McLaren, el Williams de Riccardo Patrese y el Ferrari de Gerhard Berger.
Berger creyó ver la oportunidad de adelantarles a ambos y, para ello, no dudó en colocar sus ruedas sobre la hierba y aguantar el envite hasta llegar al final de recta con el trío emparejado. Senna resultó el más perjudicado por aquella maniobra, de la cual, cada uno dio su propia versión. Para “Mágic” Senna “lo que sucedió es que tres coches llegaron a una curva en la que solo había sitio para uno”. La victoria se la adjudicó Nigel Mansell con Ferrari.
Apenas un mes después llegó el Gran Premio de San Marino y la confirmación de que, en McLaren, ardería aquella temporada un conflicto sin cuartel entre las partes, a pesar de que se había acordado una especie de armisticio o regla de compromiso para la prueba, según la cual, el que llegara a la curva Tosa en primera posición durante la primera vuelta sería respetado por el otro.
Lanzada la carrera, Gerhard Berger sufrió una fortísima salida en la curva de Tamburello (1994 estaba aún lejos) y su Ferrari 640 se incendió, por lo que la carrera se interrumpió con bandera roja. Una vez despejada la pista, se repitió la salida y Senna quedó rezagado respecto a su compañero, pero fue exactamente al llegar a la curva Tosa donde el brasileño, olvidando supuestos acuerdos, adelantó a Prost y se largó hacia la victoria.
Al piloto galo aquello le pareció una deslealtad en la que Senna contaba con el apoyo no declarado de Ron Dennis y, la maniobra, una violación del trato acordado.
A la discutida victoria en San Marino le siguieron otras dos consecutivas en Mónaco y México, pero su MP4/5 falló en Phoenix (EEUU), rompió el motor en Canadá y el diferencial en Francia. Posteriormente rompería el motor también en Monza y, por ello, a pesar de volver a ganar en Alemania, Bélgica y España, el título lo perdió ante Alain Prost en la penúltima carrera de la temporada, en Suzuka.
