Aunque Colin Chapman, el alma creadora del Team Lotus, había desaparecido en 1982, con apenas 54 años, los sucesores firmaron un acuerdo con Renault (para disponer de sus motores) y pasaron a denominarse Lotus-Renault.
Antes del comienzo de la temporada de 1985 alguien del equipo supo ver que, en el firmamento de la Fórmula 1, había aparecido un nuevo astro cuyo núcleo principal parecía ser H2-O y la lluvia su hábitat natural.
La demostración de Senna y su Toleman-Hart el año anterior, bajo el diluvio de Mónaco, motivó su fichaje para acompañar a Elio De Angelis en el campeonato. Pronto se vio que Ayrton no llegaba al equipo para aprender. Al menos, sobre agua, las lecciones las impartía él.
La ocasión se presentó el 21 de abril en la segunda carrera del año, el Gran Premio de Portugal de 1985. Cuando la primavera se presenta lluviosa, el Atlántico parece querer volcar todo su contenido sobre los portugueses. Quizá sea una venganza del océano, por su atrevimiento en llegar a las costas brasileñas varios siglos antes, navegando sobre cascarones de nuez.
En la ruleta del tiempo, en Estoril, el cielo salió negro y eso lo interpretó como un buen augurio el brasileño Senna, que marcó la primera pole de su carrera, dispuesto a que nadie le robara una posibilidad de triunfo bajo la lluvia. La estrategia… salir primero, llegar primero.
El Lotus-Renault 97T F1 estuvo cortando el agua como si de una lancha “offshore” se tratara. Su estela se perdió para todos y, al final de las 67 vueltas, la bandera de cuadros hubo de esperar 1m02” para darle la llegada al segundo, el Ferrari de Michele Alboreto, mientras que Patrick Tambay, con Renault, acababa tercero con vuelta perdida. También perdió vuelta su compañero y rival en Lotus-Renault, Elio de Angelis, en cuarta posición. Con dos vueltas menos arribó en quinto lugar el Williams-Honda de Nigel Mansell. Distancias siderales propias de un nuevo astro, había nacido “Magic Senna”.
Al finalizar la temporada de 1985, Niki Lauda se retiraba definitivamente de la Fórmula 1 y el título fue para Alain Prost (McLaren-TAG), que ganó su primer campeonato con 73 puntos y cinco victorias. El Lotus-Renault de Senna se clasificó cuarto, con 38 puntos y dos victorias, superando el quinto lugar de Elio De Angelis, que hubo de conformarse con 33 puntos y una única victoria. El brasileño, además de su segundo triunfo de la temporada, obtenido en Spa-Francorchamps, otra vez bajo la lluvia, había conseguido marcar siete “poles”, superando incluso al mismísimo campeón, Prost.
Había quedado bastante claro el nuevo escalafón y la incompatibilidad entre los dos pilotos de Lotus-Renault. De Angelis, sabiéndose perdedor en el envite, optó por emigrar a Brabham al finalizar la temporada. Se había cumplido, una vez más, lo que había sido y es todavía una constante de la moderna Fórmula 1. Había pasado el tiempo de los gestos románticos y, ahora, tu primer enemigo iba a ser tu propio compañero.